Maria Teresa Aláez García

Estimulación y crítica musical.

Hasta donde tú quieras, puede llegar la frecuencia del sonido. Hasta donde tu corazón desee, llegará tu mensaje.

(c) María Teresa Aláez García.



Cómo pasa el tiempo y cómo se detiene cuando algo remonta los recuerdos hacia el presente.

Ignoraba el por qué de mi aprecio por la música. Por cualquier tipo de música. El por qué veo y desprecio a tanta gente exigente en cuanto a interpretación, en cuanto a composición, buscando el menor detalle para realizar una crítica, exigiendo continuamente cuando posiblemente ni siquiera conozcan la interpretación de los instrumentos. El por qué se exige tanta perfección cuando, posiblemente, ni siquiera los propios compositores busquen la magna interpretación sino, solamente, el hacer sentir lo que ellos querían manifestar al reproducir frecuencias en un pentagrama.

Ignoraba que me estaba volviendo como ese tipo de personas cuando ni siquiera yo soy buen músico. Pero sí creo en la composición, en la creación, en el mantenimiento de la energía como medio de transmisión de placeres y de sentimientos, de pensamientos y de recuerdos.

Y como tal medio de transmisión, también medio de archivo de dichos sentimientos y situaciones.

¿Por qué tanta gente en determinado momento cambia su manera de ser? Es posible que muchas personas diagnosticadas de trastorno bipolar, deban su enfermedad a un simple cambio de frecuencia que las transporte a algún lugar desconocido de su cerebro donde ha dejado remotamente custodiado aquel momento tan agradable o aquel pasado tan ingrato. Y una simple variación, un grito, un olor, un movimiento, abra la pseudocaja de Pandora y traiga la incertidumbre y el temor o la alegría y la dicha. Para el interlocutor que no entiende lo que ocurre, es locura. Para la persona que lo está viviendo, es descontrol. Para la ciencia, algo desconocido o improbable o charlatanerías insulsas.

Y para mí: cada melodía guarda una parte de mi vida, un trozo de recuerdo, unas horas de vida. En contraposición a ciertas culturas que no quieren recoger sus imágenes en fotografía porque piensan que su vida se pierde un poco más en cada recuadro, yo siento que guardo la mía en esos archivos electromagnéticos y que recopilo en Cds o en historias o en composiciones o en el momento en que escucho cada una de esas piezas. En lugar de archivar mis recuerdos en mi cerebro, los voy dejando en los intervalos de esas melodías. Por no desecharlas, por agradecer el apoyo que me dieron en esa ocasión, por buscar en ellas la mínima variación que me hiciera sentir o me diera un vuelco, por no criticarlas y sí valorarlas, me ofrecen su lugar y me guardan un puñado de chispas eléctricas entre sus silencios.

Por tal razón, cuando escucho la reproducción de parte de su estructura o un tresillo inarmónico o simplemente el chillido de un niño que intenta reproducir el éxito de temporada, en mi mente mi caja personal de pandora da paso a ese momento que hilos energéticos han enlazado con tanta dulzura. Y por ello, mi mente no está compuesta de neuronas ni es un pasillo de hospital descubierto ni una mina desorientada o un sótano lóbrego  con miles de escalones. Mi mente son muebles y habitaciones con instrumentos de metal, de madera, de cuerda, miles de partituras volando por el aire y músicos por doquier recomponiendo y deslabazando las notas mientras esquían por las cinco líneas de los pentagramas. De cuando en cuando, se reproducen las walkirias y el horno se hace fuego con el anillo de los nibelungos. Más adelante, veo el coro de peregrinos de Tanhauser y de repente desaparece la imagen y veo a mishima tartamudeando. Y salgo volando de repente sobre el cañón del colorado y Philip Glass me cuenta los secretos de los indios norteamericanos mientras los aborígenes australianos me ayudan a llegar al centro de la tierra con sus enormes trompetas para remover y hacer llegar la luz.

Y ahí, familia, amigos, personas y personajes que ahora viven otra manera de ver la existencia, lugares, vienen y van como en una película de fotogramas alineados de modo inconformista en una banda de cinco vias de reproducción.

Words, don't can easy to me...

http://www.youtube.com/watch?v=CxxWQFx_N7Q

(c) Word. F.R.David.

All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Maria Teresa Aláez García.
Published on e-Stories.org on 08/30/2006.

 
 

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