CREMA PARA LOS OJOS
Deambulaba por el centro comercial “Santa Fe”, en busca de un sitio para
poder sentarme, mi verdadera idea era tener valor para volver a ser feliz,
pero “el palacio de hierro” no es de gran ayuda. Estaba acompañando a mis
tíos en mi nueva faceta de hombre sociable, pero igual mi atención estaba en
la nada. Mi tía compraba impulsivamente y preguntaba por los precios más
bajos siempre y por la barata, las caras de las trabajadoras que la atendían
eran de un enorme fastidio, ni siquiera les importaba disimularlo, veían a
mi tía como a una señorona burguesa, yo sólo contemplaba la escena sin
gestos en mi rostro. Así me fui perdiendo en el marasmo de gente y cada rato
me sentía más triste, y mejor me alejé de mis familiares para que no me
vieran deprimido.
Subí unas escaleras eléctricas y luego fui al baño a desalojar las tripas y
pensar (siempre pienso sentado en la taza, sé que es una manía horrible
pero quevachache), hasta que terminé y al salir me di cuenta que ya no
soportaba estar más allí. Pero no podía decirles “saben ya estoy asqueado de
todo esto, luego los veo”, porque ellos al enterarse de mi nueva fobia por
estar encerrado mucho tiempo en casa, me habían invitado a acompañarlos de
compras, así que no podía pagar con tal grosería ante su amabilidad,
seguramente ellos también estaban hasta la madre de mi aburrida y callada
presencia (¿dónde está ese sobrino tan chistoso y alegre?) así que opté por
seguir vagando en “el palacio de hierro” viendo a hombres y mujeres con cara
de hastío y cuerpos de gimnasio, comprando estupideces que a mí no me hacen
falta, ¿quién dijo eso de “tantas cosas que a mí no me hacen falta”
Sócrates? Ya no recuerdo, pero observaba que era muy cierta la frase, bueno
por lo menos para mí.
Entonces sin darme cuenta, ya estaba en el departamento de cremas y
perfumes, el cual se encuentra repleto de espejos para que puedas ver lo feo
que eres y en consecuencia; la imperiosa necesidad de retacarte de cremas
para las arrugas, el envejecimiento, las manchas, los parpados caídos, la
papada, el rejuvenecimiento y todas esas porquerías que hacen ricos a tan
pocos, a costa de tanta vanidad, el caso es que me vi en uno de esos
espejillos y noté mi jodida cara de tristeza y comencé a hacer muecas frente
al espejo como un niño que jamás se ha visto él mismo, y así en pleno gesto
de chango me interrumpió una vendedora, diciéndome afablemente “disculpé
joven me he dado cuenta que usted necesita una crema Dior antifatiga para
esa ojeras que se le han formado, si me permite por favor” y acto seguido,
me estaba poniendo una crema facial en los parpados, y yo por mi jodida
necesidad de cariño pos me dejaba de todo, no me importaba que me llenaran
el rostro de pendejadas, pero por lo menos sentía las manos de una mujer
acariciando mi cara, eso era todo para mí, así que la dejé que perorara
cuanto discurso cosmetológico se le ocurriera y mientras estaba recostado en
una silla medio escuchaba “y ya en las noches se lava usted con un jabón
neutro y se aplica esta cremita que va a hacer descansar su piel de las
inclemencias del smog…” y repetía varias cremas (todas Christian Dior) para
tantas cosas, que casi me estaba diciendo que mi cara era una porquería
deshidratada, llena de puntos negros, sucia como mi alma, reseca y además
grasosa como cebo de vaca.
“Aja” decía yo “no es posible, si me lavo todos los días con el jabón Dove
con el que se baña mi querido sobrinito” le imprequé, pero ella me contestó
diciendo que mi cara era “mixta” algo que yo entendí como “andrógina” y le
dije la idiotez de “yo creía que tenía la cara muy masculina” “y la tiene”
me dijo, y ya le observe que por favor dejara de hablarme de usted, pues eso
me parecía absurdo e innecesario, a lo que ella me dijo que se llamaba
Beatriz y que la verdad lo hacía por respeto al cliente, que me veía muy
joven, pero que temía me molestara si me hablaba de “tu”, yo abusando de su
sinceridad o hipocresía (lo mismo me daba), le dije que cuantos años me
calculaba y ella no sé por qué razón me contesto que “mmmm como
25”, entonces me di cuenta que estaba hablando con una neófita en el
asunto, y que de cosmetóloga no tenía un carajo y abrí mis ojitos con los
párpados todos estirados de tanto menjurje y la voltee a ver (pues hasta ahí
no me había fijado en su cara y era bastante guapa, pero con el pelo
oxigenado de un rubio platinado y un puto piercing en la nariz que me
recontracagó) con un gesto sardónico como diciendo que no era necesario que
me engañara, que tenía canas en la barba, ¿cómo 25 años?, no mames, pero
ella siguió parloteando “¿disculpa cómo te llamas?” “Carlos” le dije, “Ahhh,
mira Carlos yo estudié belleza en una escuela carísima y de verdad que
pareces de 25 años, es cierto que tienes canitas en la barba pero no se te
ven mal, además por otro lado no tienes la cara tan maltratada” ¿pues no que
necesitaba como chorrocientas cremas porque tenía la cara más grasosa que
los huevos de un gordo? Entonces le contesté que “mira la verdad no tienes
que adularme como a todos los clientes, para serte honesto soy muy
consciente de mi ajado rostro, por otro lado debo decirte que la belleza
está en el alma y además no traigo tanto dinero como pa comprar todas las
cremas” y al decir esto se me quedo viendo y comenzó a reír con una risa
bonita, de esas educadas, “jajajajaja, mira si quieres vete en el espejo y
tu dime cómo te ves” y al verme en el espejo me vi sin ojeras, si barros,
sin espinillas, sin puntos negros, sin grasa en la nariz y en la
frente,sin signos de expresión, es más, me sentí hasta limpio y puro
como un querubín con su arpita en pelotita sentado en una nube, y le dije
“oye es increíble, la verdad si me cambió bastante el cutis, hasta parezco
rico, ¿y no tendrás entre tus cremas alguna que me sirva pa disimular la
tristeza de mis ojos?” y al escuchar esto se me quedo viendo estupefacta,
para luego observar mis ojos fijamente y me dijo “oye sabes…es cierto, no me
había fijado, pero sí que tienes los ojos tristes, yo pensé que eran
las ojeras o los signos de expresión, per!
o no, so
n tus ojos que ya son tristes…mmm, es tu mirada más bien que ya es
melancólica mmm, pero ahí que podemos hacer mmm” y se quedó pensando la muy
pendeja y eso me hizo sonreír y me atajo diciendo “bueno, pero también
tienes una sonrisa bonita y ponte a pensar que eso tampoco te lo da crema
alguna eeeh” y ante su tierna y sorprendente observación le pregunté
“gracias Beatriz, eres una niña muy linda y dime ¿tu ganas por comisión
verdad?” “si ¿Por qué?” y me sentí con ganas de ser Richard Gere en “Mujer
Bonita” y decirle “dame todas las cremas que me pusiste y toma $10,000 pesos
por tu amabilidad (tan tan tan tan tan pretty woman), sólo te pido un favor,
retírate ese piercing de la nariz, tu no necesitas de accesorios para
realzar tu belleza y déjate el pelo natural, que debe ser negro y brillante
como la crin de un caballo de raza” pero sólo alcancé a calcular con
cuanta lana contaba y deduje que tenía como $800.00 pesos, justitos para la
biografía de Nietzsche que había visto en la Gandhi, dinerito que por cierto
me había tomado todo un mes juntar, así que tragué saliva y la realidad nos
atrapó, confesándonos que Beatriz se había pasado media hora de su preciado
tiempo, hablando y masajeando el rostro con cremas Christian Dior a un pobre
diablo, que vivía de arrimado en casa de su carnal, comiéndose las frutas y
verduras de su sobrinito y que su patrimonio consistía en los cambiecitos
que le robaba a su papá, cual vil parasito. Pero armado de valor y con
seguridad en las palabras le dije “mira la verdad yo no creo en nada de
esto, y disculpa que te haya quitado el tiempo, sólo me voy a llevar la
crema para los parpados y eso porque no tenías razón alguna de ser linda
conmigo y no sabes lo carente de cariño que ando, para serte franco me
animaste el día y te juro que si tuviera más dinero, te compraría lo que me
vendieras” y terminé por regalarle una media sonrisa y ella también sonrió y
se arregló el cabello en un conocido acto de coquetería, “es que de veras
tienes una linda sonrisa Carlos…” y y!
a no sup
e que decir, tremendo escritor que soy, que me quede sin palabras, sólo
viéndola ya de una manera medio incomoda y ella atinadamente prosiguió
“¿Entonces te llevas la crema antifatiga?” “si claro, ¿cuánto cuesta?” “a
ver vale $785 pesos”, QUE QUE QUE!!!! Y pelé los ojos cuanto me dejo la
maldita crema!!! Coño como me costó guardar la compostura, pero tenía los
ojos como Susan Sarandon al oír el precio y creo que me quedaron así en ese
rato por la estirada de las cremas, denotando con los ojos como platos mi
status proletario, sólo me faltó irme con un chiste como tin-tán pelando los
dientes y saludando con el sombrero, pero mantuve el decoro y solté con mi
voz más segura “ahh vaya, si dámela” y como tenía la cara toda estirada y
limpia como nunca en mi vida, realmente me sentí un fresa de “Santa Fe”
haciendo sus compritas.
Después de pagar, Beatriz me dijo que salía a las 9 pm, que cualquier día
podíamos vernos para tomar un café, pero yo no tuve el valor de confesarle
que por la puta crema, no me quedaba ni pal “ecobus” que sale del metro
Balderas hasta el centro comercial “Santa Fe”, y que se hace como una hora
de camino, y que vale $5 pesos, nomás pensaba que nuevamente me habían
estafado, que jamás iba a poder comprar ese libro de Nietzsche, que pa qué
coño había comprado una crema antifatiga, ¿fatiga de qué? Si no hago ni
madres en todo el día, pero caí en la trampa otra vez, pero no, esta vez no,
me dije, “cree en sus palabras” y me fui tranquilo a encontrar a mis tíos no
sin antes decirle a Beatricita “Ok, algún día vendré a buscarte y ojalá que
al verme ya no veas más tristeza en mí, y todo sean flores y ensaladas y
pasto verde y cielo azul y tu cabello sea negro y espeso y no tengamos que
ir a un café a fingir conocernos, ni parlotear sobre el pasado de cada uno,
sino simplemente ser nosotros, sin máscaras, ni artificios, sin esa burbuja
de presunción que observas todos los días en este horrible centro comercial,
sólo ser tu y yo y tal vez, digo tal vez, te pueda hacer reír, ¿porque
no?; a carcajadas y hacerte escapar del tedio que te da la rutina de la
vida, de la mano corriendo en un parque como niños al recreo, con el aire
pegando en el rostro aún con el smog y en estos días de lluvia, mojarnos
también sin pudor, saltando sobre los charcos, sin prisa, como si fuéramos
dueños de la eternidad…” pero no, no le dije nada, o no recuerdo, quizá algo
como “…ándale a ver qué día salimos”, y me fui con mi cara limpia y triste
al sosiego de la vida, encontré a mis tíos que me preguntaron donde andaba y
les mentí diciendo que había ido al baño y me había perdido “aaah”
contestaron también sin mucho ánimo, sin sospechar que en la bolsa derecha
de mi pantalón todavía conservo la “SÈRUM YEUX TENSEUR DÉFATIGANT” de
“Dior”, que ni se pa qué coño sirve, pero que aplico en las noches y en las
mañanas engañándome que es mi!
crema a
nti-tristeza gulp.
All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Carlos Benito Lara Romero.
Published on e-Stories.org on 07/06/2011.
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