L.U.N.Á.T.I.C.O.
__Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ
Su aliento quedó clavado en el tronco de la luna.
Todo había sucedido como nunca, pero su sombra,
sabía del último grito del rayo. Lentamente se subió
al agujero desde la cumbre dónde había estado
descansando, y corrió unos centímetros, luego se vió
en el espejo... En la orilla de una sonrisa de avestruz.
Invisible el reflejo tembló, luego se levantó por el marco
equivocado de los látigos serenos encerrados en el
pecho, como movidos por el humo, en el ciervo del
cristal de la ventana, pero regresó a la última posición,
entonces se arrodilló ante la fuente lejana.
De pronto escuchó un lento silencio verdoso entre la
madera con la muchedumbre del aguardiente y las
playas en una burbuja, con el frenesí de las cucharas.
Transpiraba un olor cerrado por la noche que no es
llanto, en un pacífico torbellino de manos impías...
A lo lejos, durante media hora vino a reclamar la ceniza
que no era de ella, porqué había suspendido el fuego
por un siglo pegado a la idea de que nada le dolía.
¡ Es preciso cruzar la piel del viento con espinas grises
y el rumor de las ardillas dialogando con mariposas !.
En la ventana estaban las gladiolas. Extraño a las hormigas que silban
mansas como cobras con el tallo reclinado ingenuamente pasando por
las manos, al tomarlas delicadamente de una vieja nube seca.
Indiferente el desierto tejía arena con arena inventando soles fríos
en la epidermis del verano y la risa de gorilas angustiados por la tarde.
Aquella primera vez la noche calentaba cada estrella con el agua bajo
el lago en la desnuda soledad del banquete de una araña desmedida
entando entre la corriente, contemplando innumerables veces los vacíos
que fumaban el espacio de un tierno hueco, persiguiendo el intenso
olor de los metales con el desmesurado baño de las rodillas saliendo
a decorar los manuscritos en el hielo guitarrero de unos cuantos escondrijos.
Sólo, como pocos, por la multitud acompañado, experimentó el sabor desconocido
del semblante cariñoso, y serio del olvido, por los sórdidos murmullos que viven
en la mente del crepúsculo silente, que no supo de maldad ni de ambición como
una amapola extraída del peldaño de una música de plata en la nevera.
Dejó un regio tesoro de muestra, y la puerta custodiada de acertijos que bebían
los mares de algodones puntiagudos de la dura hierba hecha de la sombra blanda
dónde la urbe enmudece por el turbio oleaje de la ígnea metralla que aspira la silla
en la máxima razón del absoluto ignorante que ama el peligro de saber que ama
algo en la noche, algo en el cielo, algo en el todo que desconoce...
___Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ
All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Joel Fortunato Reyes Pérez.
Published on e-Stories.org on 05/19/2013.
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