Laura Barrera Nelli

EL DIARIO DE VICTORIO

EL DIARIO DE VICTORIO

Hoy recordé el verano pasado, cuando mi familia decidió partir rumbo a una playa solitaria que se encontraba en las afueras de la ciudad, con la idea de descansar y abandonar las tareas rutinarias del día a día.
¡Eran las primeras vacaciones en cinco años! Con mi hermana gemela, Caren, estábamos muy emocionadas por este viaje. Decidimos empacar todo lo que podríamos necesitar y partimos rumbo a las playas del Muelle Las Barracas, nuestro destino.
No tardamos demasiado en llegar a las playas paradisiacas y solitarias que se encontraban en el lugar. Era un paisaje maravilloso, el mar turquesa bañaba las costas llenas de arenas blancas y palmeras que llegaban hasta un conjunto de cabañas, el lugar perfecto para quedarnos una semana.
Una tarde, con mi hermana decidimos caminar por la suave arena hasta llegar a un muelle que se encontraba en el lugar. Mientras observamos el hermoso paisaje, unos nubarrones llenaron el cielo por completo y de repente una tormenta de relámpagos y de lluvia fuerte empezó a caer sobre nosotras. Ambas corrimos para refugiarnos, pero el único rincón visible para protegernos era una cabaña alejada y vieja, aparentemente abandonada. Sin pensarlo, nos miramos y corrimos hacia aquel lugar. No fue difícil entrar ya que las ventanas y la única puerta que parecía tener estaban rotas. Nos internamos en la cabaña y esperamos en la oscuridad que pasara la tormenta, pero el tiempo no parecía apaciguar la fuerte lluvia y comenzábamos a asustarnos ahí adentro, es por eso que de pura curiosidad, empezamos a recorrer el lugar con la escasa luz que ingresaba por las ventanas de madera destruidas.
El abandono de la cabaña era de muchísimo tiempo, la tierra y el polvo  que se encontraban sobre unos viejos muebles hacía notar que alguien había vivido allí hacía varias décadas, pero que por lo visto nadie había notado que esa barraca se encontraba abandonada, ya que todo en el lugar estaba como si alguien lo hubiese dejado así para ir a la playa y regresar. Mientras caminaba al lado de una biblioteca llena de antiguos libros, siento la voz de Caren que muy entusiasmada me dice:
 
-   ¡¡¡Sofi mira lo que encontré!!!   - 

En sus manos había un viejo cuaderno de hojas amarillas y lleno de polvo. En su tapa se podía dilucidar un escrito que decía “Elena”. Cuando abrimos la libreta observamos que estaba escrita por completo como si fuera un diario personal, pero sus letras no se podían leer, quizá era por la escasa luz que se encontraba en aquel lugar. Intrigadas por lo que podían decir esas hojas, decidimos llevarnos el cuaderno y cuando pasó la tormenta salimos de la cabaña con nuestro tesoro en la mano, seguras que con mayor luz íbamos a poder leer el manuscrito.
“¿Que diría el cuaderno?” Pensaba mientras regresábamos.
Sin aguantar más la ansiedad, nos sentamos en nuestra habitación para intentar leer el cuaderno, pero aun así con luz y con el mayor de los esfuerzos sólo se veían garabatos y no podíamos decifrar que decían esas páginas. Seguimos intentándolo hasta el anochecer pero sin suerte, por lo que decidimos dormir y al día siguiente devolver ese cuaderno a su cabaña ya que de nada nos servía.
Sin embargo no podía conciliar el sueño, daba vueltas en la cama sin poder dormir, pensando en que diría ese misterioso cuaderno. Fue en ese momento que sin pensarlo me levante, agarre la libreta y me acurruque en un sillón que se encontraba al lado de la ventana. “Intentare leerlo otra vez” me dije. Pero lo raro fue, que cuando lo abrí sus garabatos se habían convertido en letras legibles y muy fáciles de leer, solo la luz de la luna me bastó para poder ver con facilidad lo que sus hojas decían.
 
“Elena te esperare por siempre”…
 
Con aquella frase impactante comenzaba el primer párrafo del cuaderno, la historia que contaba era de amor, de un amor imposible de concretar.
Victorio era un marinero que estaba profundamente enamorado de Elena, una bellísima mujer que le había prometido ser su esposa aquella noche de abril de 1920.
Pero algo ocurrió, ella se fue en barco un día para avisar de su matrimonio a sus familiares. Elena prometió volver y quedarse a vivir con su amado para siempre. Pero nunca volvió. Victorio la esperaba en el muelle cada noche a la hora prometida de su regreso, pero aunque barcos llegaran, nunca bajaba Elena de ninguno de ellos.
Un tiempo después se enteró que el barco donde viajaba su amada había naufragado sin quedar sobrevivientes del naufragio.
Sin importarle aquella noticia, Victorio la espero cada noche, día tras día, año tras año, sin tener respuesta. Mientras la esperaba escribía en el muelle bajo la luz de la luna las hojas de este cuaderno para poder entregárselo a Elena a su regreso.
Al final de la libreta había una foto, seguramente de Victorio y Elena, se los podía ver de la mano y muy felices. La foto en blanco y negro era muy vieja, por lo que no se podía dilucidar bien el aspecto de cada uno. Él vestía traje y tenía cabello oscuro y corto, mientras que a Elena se la podía ver de cabellos largos, hasta la cintura y sostenido en una antigua prensa, llevando un hermoso vestido largo aparentemente blanco.
La historia terminaba allí, con esa foto, sin conocer el final.
 
No podía moverme del asombro y la intriga que esa historia de amor había generado en mí. Sin darme cuenta había pasado la noche y comenzaba a aclarar el día, mientras se escuchaba a los pájaros cantar sus primeras melodías de la mañana. Fue en ese momento que mire por la ventana y a lo lejos se veía el muelle, pero no estaba vacío, había alguien de traje oscuro parado en él. Intente agudizar mí vista lo más que pude y observe que era el hombre de la foto, Victorio, parado allí como decía en su cuaderno, esperando cada noche a Elena hasta el amanecer. Me invadió una sensación de miedo y de curiosidad, pensé en ir a despertar a Caren para contarle la historia, pero justo en ese momento se acercaba un barco al muelle y la mujer de la foto, Elena, se encontraba saludando a Victorio y haciéndole señas para que subiera en la embarcación.
Sin aliento observe como ambos se alejaban en el barco, juntos y felices como en la foto, la cual se había desvanecido y ante mi sorpresa el cuaderno también. Levante la vista hacia el muelle y con estupor observe que ya no estaba la embarcación, como si nunca hubiese existido.    
 
 
FIN



 
 

 

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Published on e-Stories.org on 02/08/2015.

 
 

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