Luis Alberto Serrano

EL ROBA LECHES

     Aitana era una niña muy lista y le gustaba mucho jugar. Bueno, más que jugar le gustaba bailar, pero como para ella mover el esqueleto era un juego, pues se pasaba el día bailando y bailando. De hecho, solo paraba de bailar para ir al colegio y para comer.

 

     Y ella soñaba con dos cosas: una es con ser cocinera e inventar una receta de comida que le gustase a todos los niños del mundo. La otra es ser miembro de La Patrulla Canina y resolver muchos casos misteriosos.

 

     Un día, su madre, se llevaba las manos a la cabeza. No había leche en la casa. Preguntó a sus vecinos y tampoco tenían leche. Había desaparecido la leche de todas las casas del barrio. Aitana dijo que ese era un caso para resolver por la patrulla canina. Pensó. ¿Qué harían Chase, Marshall, Skye y el resto de los perros para averiguar donde se escondían todos los cartones de leche del barrio?

 

     Empezó a investigar casa por casa. Todas las vecinas la dejaban pasar porque como es tan buena niña, le tenían confianza. No encontraba pistas. De hecho a una señora oyó hablar del “roba-leches” que era un señor que robaba la leche por las noches.

 

     Se decidió descubrir al ladrón. Le pondría una trampa. Además, esos días estaba creando la receta de un postre que tenía que llevar leche. Como le iba a hacer a su familia ese postre si no tenía el ingrediente principal. El plan era poner, por la noche, la cámara del móvil de su madre para que se disparara cuando alguien intentara abrir la nevera. ¿Pero como iba a venir el ladrón si no tenían leche en la nevera?. Había que pensar de nuevo.

 

     Pronto se le ocurrió una solución. Puso un cartel en la ventana que decía SE VENDE LECHE. Casi fue un problema porque todas las vecinas venían con sus lecheras a comprarla y la madre tenía que decirles que no, que era un juego de Aitana. Pero ella seguía con su plan. Colocó el móvil preparado y atado a una cuerda. Cada vez que alguien abriera la puerta de la nevera dispararía una foto. Se fue a dormir a ver qué pasaba al día siguiente.

 

     Se despertó y fue corriendo a por la cámara y a ver que fotos había hecho. Descubrió que su padre va a la nevera por la noche, por lo menos cinco veces. La madre se reía a carcajadas. Pero llegó a donde quería llegar. Descubrió a los, porque eran dos, los culpables de la falta de leche de todas las neveras del vecindario. Y no, no era el sospechoso roba-leches.

 

     Eran dos gatos que habían aprendido la habilidad de subirse uno encima del otro para abrir las neveras de toda la vecindad. Ahí estaba la foto que lo demostraba. Lo primero que pensó es que la patrulla canina estaría orgullosa de ella y la dejarían formar parte del equipo y ayudar a Rubble a construir cosas o Zuma a rescatar a alguien en el agua.

 

     Se lo contó a su madre y, al día siguiente prepararon dos pequeños platos con leche para los gatitos y resuelto. Nunca más faltó leche en el barrio porque los gatos estaban a salvo.

 

     Cuando Aitana terminó la receta del postre de leche se la dio a probar primero a los gatitos. No les gustó y huyeron. Al día siguiente mejoró la receta y tampoco. La estuvo mejorando hasta que les gustó y, entonces, le hizo el postre para que lo probara toda su familia. Ni que decir tiene que les encantó. De mayor, todos creen que la pequeña será una gran cocinera.

 

[FIN]

 

TWITTER: @luisalserrano

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Published on e-Stories.org on 02/10/2017.

 
 

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