¡Doña Muerte, acerquesé!
Acá está el amigo Trago
con el amigo Cigarro
siempre hablando bien de usté.
¿Y Don Diablo cómo anda?
Dende que a él la mandé
ya no supe ‘e su mercé
y aura es Dios quien me la manda.
Siéntese un ratito, pues.
¿Que quiere que nos vayamos?
Pero no digo, ¡clavao!
¡Impacencia de mujer!
Si yo de salú ando bien
a no ser el pellizcón
en el hígado, el pulmón,
en el pecho y en la sien.
¿El cigarro, dice usté?
¡Pero por favor, señora!
Noche y día y a toda hora,
¡un compañero de ley!
Adimás es cosa ‘e nada
mientras que lo tenga al Trago
y el placer del güen Cigarro
entre pitada y pitada.
Mire Doña, con el Trago
anduvimos bien tiraos
y mil noches desvelaos
tosiendo con el Cigarro.
El Trago pa mi tristeza
tiene en su efeto rimedio.
Güeno el Cigarro pa’l nervio
y un lujo pa mi pobreza.
Les jui fiel hasta su encuentro
porque sé a lo que usté vino.
Tamién sé que me termino
y esta vez “no cuento el cuento”.
Mas le aclaro a Tata Dios
que no hay gaucho como el trago
ni amigo como el Cigarro
ni otro santo como yo.
Y perdono a las mujeres,
a pesar de su falsía;
las de noche y las de día
que a todas robé placeres,
Güeno cuando quiera vamos.
Ya no tengo más recurso.
Dejo un pequeño discurso
en honor de mis hermanos:
¡Mi última tranca me agarro
contigo, Trago final,
y en tu estela celestial
me voy al cielo, Cigarro!
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Published on e-Stories.org on 02/06/2019.
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