Claveles de Insurrección

Era la húmeda mañana, después de una noche de lluvia, del 11 de Septiembre del 2006, mientras frente a la plaza, el fragor de esta fecha se hacía sentir. Días antes, yo transite por allí, en aquella esquina vi la legión del 73, edificando una pretenciosa obra con el sudor de su frente, y el ardor de sus manos que tenían un sabor a revolución engalanada, por su ardiente color que intrigaba a los transeúntes del centro cívico en cuestión. Mi transitar era díscolo y quería olvidar, pero esplendorosas imágenes invadieron mi mente, para dar fuerza a mi rígida pluma que en ese instante, ya hacia vacía y buscaba remover el piso de un puerto estricto y severo, demarcado por la sangre apasionada que no dejaba indiferente a mi existencial andar, que me veía transitar durante el día y la noche, donde no lo graba encontrar respuesta a una realidad de distorso entendimiento. Donde la economía se coartaba por el interés individual que ambos polos pretendían uno de forma arbitraria y el otro de forma quejumbrosa…Aquella mañana, mi pelo era mojado, mi rostro húmedo, mi abrigo trasnochado, mis zapatos de obrero roído, mi indiferencia no tenia motivo ni razón de ser. Caminé lento, pero firme, el cigarrillo en la mano derecha, la izquierda en el bolsillo, donde iba el fuego, que encendía los sentidos de una batahola de protesta, que atolondraba mis oídos, sintiendo en mi espalda el peso de un pecado que no era el mío. De vuelta a casa, y rendido llegué a la esquina, el semáforo; la duda, la espera...El Molo con Barros Luco, inundó mis sentidos, siendo seducido por un jardín de claveles de albo y rojo pasión, que no eran sólo claveles de insurrección…

Estandarte

Clamar al cielo

Al obscuro y misterioso

Infinito silencio

Tierras áridas

Yerbas verdes en tus

Cuencas

Indecentes osamentas

Encubiertas bajo esas

Tórridas arenas 

Arremeten en las sienes

De aquellos hombrecillos

De gris y opaco verde

Banderas flameando

Color apasionado

Silencio y altercado

Voces quejumbrosas

En la batahola del

Mes en que las

Praderas florecen

Me pierdo al año

Siguiente y nazco

Sin asco en el

Adentrado estival

Que crece junto

Al firme paso

Del estricto

Estandarte.