Silvia Glamour

Había una vez... en Meetic.

Cuando era novata en Meetic, y contestaba  todos los mensajes casi
por compromiso, para no quedar mal con nadie (Ahora quedar mal me
importa un pito. Mejor quedar mal con alguien que “llegar a quedar con
alguien y que todo salga mal”) me entró un tío en el chat que iba a
saco, rollo: “¿kdms pra chr n plvo?” (Traducción: ¿Quedamos para echar
un polvo?). Yo, pobre de mí, intentando encontrar la manera de enviarle
a la mierda  sin herir sus sentimientos (en fin, repito, era novata),
le contesté tomándome la molestia incluso de hacerlo en su mismo
registro  infraverbal y anti-vocales: “hmbr, mjr k nts xtms  pr l msn,
n’crs? (Traducción: “Hombre, mejor que antes  chateemos por el
messenger, ¿no crees?”). Y va el tío y me contesta, traduzco
directamente: “No, no, yo no doy mi dirección de messenger a
cualqueira” ¿¿¿¿????? ¿COMOR? ¿Un polvo sí, pero la dirección de
messenger no?. 
Bienvenida a Meetic. 
Varias experiencias más tarde comprendí que, aunque el tío seguía
siendo un gilipollas, no estaba del todo equivocado. El mundo ha girado
a tal velocidad que ha invertido el orden lógico de las relaciones:
antes conocías a alguien, en persona, en algún sitio real a tiempo
real. La seducción imponía su propio ritmo: me lanzo, acelero, freno,
pausa, vuelvo a atacar… Hablar, tontear, sentir cierta conexión, hacer
manitas, un beso improvisado, otro buscado… y, por último (difícilmente
el mismo día) el sexo, que sellaba una especie de pacto de intención de
continuidad (o no) entre ambas partes.

Ahora va al revés: Primero, sexo. Luego, ya veremos. ¿Mi móvil? Uff,
no sé, ya te llamo yo. Si la cosa ha ido bien es posible que haya
intercambio de teléfonos. Si ha ido muy bien, quizás haya una nueva
cita, 
esta vez para hablar… y si resulta que hay manitas, cuidadín, puede ser el principio de algo serio.
Lo que antes se llamaba “destino”, y se atribuía al capricho de los dioses, o se llamaba “flechazo”
y se atribuía a ese querubín alado y a su incierta puntería, ahora se
llama “química”. Si no “ha habido química” es que el encuentro no ha
pasado de la “física”.  Si resulta que sí ha habido “química”, los
elementos se prestarán a volverse a encontrar e intercambiar valencias
(números de teléfono, direcciones de mail, análisis de sangre,
declaración de la renta…)
A veces ocurre el milagro, y el experimento, que en la mayoría de
los casos acaba formando una masa fría y espesa, se diluye esta vez con
tal fluidez que no hace falta ni agitarlo. La mezcla entra en
combustión instantánea y forma burbujas que explotan en miles de
partículas gaseosas. 
Ocurre pocas veces, y de esas pocas, muchas no vivirán una segunda
explosión. Es importante saberlo para evitar la tentación de elevar los
índices de  Expectativa e Ilusión. No lo hagas. Es el gran error del
principiante. En una escala de uno a diez, no pases del nivel 5, y
mantenlo a raya. Si el otro día te fascinaron las burbujas, recuerda
que son burbujas, y que dentro sólo hay aire. 
Pero tampoco te rindas. Si el polvo fue bien, si ha habido una
segunda cita, si ya tienes su teléfono y su mail, si habéis contrastado
perfiles buscando puntos en común, y habéis convertido meras
coincidencias y típicas memeces en señales inequívocas de lo mucho que
os parecéis (¿en serio te gusta ir al cine? ¡Qué fuerte! ¡A mí
también!)… si la mamada de presentación ha dado rienda suelta a las
manitas, las sonrisitas tontas, las miradas de complicidad… la cosa
promete. Quizás incluso ha llegado el momento de ser valiente y dar el
último paso. “¿Pensará que voy demasiado rápido? ¿Y si se asusta y sale
corriendo?” Entonces sabrás que no era tu media naranja y te ahorrarás
un montón de tiempo. ¿Preparada? ¡Adelante! ¡Sin miedo! La primera vez
cuesta un poco, pero luego lo agradecerás, hazme caso: 
- Estoooo, Superlover69… eeeehhhh… ¿Cómo te llamas de verdad?
- David, ¿Y tú  Lunitademiel_xx?
- Sonia
- Encantado de conocerte, Sonia
- Encantada David, es un placer.
¡Oh, Clímax! ¡Eso sí es intimidad, riesgo, compromiso!…¿Y qué era el
sexo? un puro trámite, un ritual de presentación. Nada comparado con
este momento de máximo placer. Si en el primer encuentro eran dos
cuerpos  desnudos que intercambiaban fluidos orgánicos para romper el
hielo… ahora son dos almas dispuestas a intercambiar lo único que las
hace únicas, su identidad, sus nombres verdaderos… 
¡Qué tiempos más obscenos aquellos en que todo encuentro empezaba
por “Hola me llamo tal, ¿y tú?”, sin nicks, sin tocamientos ni
frotamientos previos…
Y con esto acaba lo que quería decir….
¿Qué? ¿Que cuente la historia? ¿La de David y Sonia? Siempre igual.
No ilustres una reflexión con una historia porque la gente se quedará
con la historia y olvidará la reflexión. Pues a ver.. 
Sonia se describía en su perfil como una chica sencilla, alegre,
amiga de sus amigos… y añadía en su anuncio: “me gusta el olor a tierra
mojada y pasear descalza por la playa… busco amistad y lo que surja”. 
David, decía de sí mismo “No sé cómo describirme a mí mismo. Soy un
chico normal, muy deportista. Me gusta reir (jeje). Valoro sobre todo
la sinceridad. No sé qué más poner, asín que mejor quedamos  y lo
descubres tú misma”. 
Antes de conocerse, los dos vivían con sus padres (aunque David, que
aseguraba valorar la sinceridad, señaló la opción  “vivo solo” en la
casilla correspondiente). Ahora viven juntos en piso compartido, comen
de todo, escuchan pop nacional y bandas sonoras, ven comedias
románticas y películas de acción… él no fuma (aunque “el humo no es
problema”), y ella, como decía en su perfil,  fuma “sólo
ocasionalmente” (o sea, en unas 20 ocasiones al día). 
Ven la tele, van de compras y practican juntos “actividades de deslizamiento acuático”. 
Ella se describía como  “generosa” y “muy sensible”, aunque nunca
invita a nada y odia que él la agobie contándole sus problemas o
mostrando sus sentimientos. 
Él eligió describirse en una sola palabra:“aventurero”, aunque no
suele salir de casa los fines de semana y su viaje más largo fue a
Mallorca, cuando acabó octavo de EGB.
Quieren hijos. Él 1 y ella 1, 2 , 3, o número indeterminado. En “Qué
piensas del matrimonio” ambos señalaron “No es imprescindible”. Una
doble negación que equivale a : “Es prescindible”. Aún así planean
casarse el año que viene, lo que demuestra que uno  puede, y de hecho
suele, desear cosas que considera prescindibles. 
Él es piscis, ateo y practicante. Ella géminis, católica y no
practicante. Él dijo ser  “licenciado o superior”, ( aunque nunca acabó
el FP de informática). Ella eligió la opción “Prefiere no decirlo” (lo
que equivale a “bachillerato o inferior”). Él se considera más bien
agradable de ver. Ella, que tiene unos kilos de más, no encontró la
opción “desagradable de ver” porque, por suerte, no existe. Cree que
“su rasgo más atractivo” es su sentido del humor, pero como no encontró
esa opción, contestó a la pregunta con la respuesta “no está en la
lista”. Él interpretó esa respuesta como una invitación picarona a
descubrir sus encantos “ocultos” bajo su ropa. Y eso fue, precisamente,
lo que le impulsó a mandarle un primer “flechazo”.
Cuando ella leyó en su anuncio la frase  “Me gusta reir (jeje)”, pensó
que tenían mucho en común, y le mandó, a su vez, un flechazo. La cosa
pasó rápido del mail al chat y del chat a la cama. 
¿Comerán perdices? Supongo que sí, dado que ambos señalaron “Como de
todo”.  ¿Serán felices? … Elijo el comodín que ofrecen muchas de las
secciones en las que se divide ese magnífico test que pretende
describir una persona al máximo reduciéndola al mínimo: no me
corresponde a mí decirlo.
Y como este cuento empezaba con un  “se besaron apasionadamente”, y 
pretendía demostrar que se puede invertir el orden de los
acontecimientos  y, no obstante, seguir contando “the fucking same old
story, again and again”, sólo puedo acabar por el principio: “Había una
vez, en un lejano lugar llamado Meetic”.

All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Silvia Glamour.
Published on e-Stories.org on 04/02/2009.

 
 

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