Vicente Gómez Quiles
NATALIA
“Quién sabrá controlar esa vacilante nimiedad que produce el amor en un universo tan inmensamente ajeno. Cuantificada desde una complaciente brevedad, mientras hubo reteniéndonos entre sus acogedores brazos. Aquel puro deseo del vertiginoso instante. Y el tiempo pase indiferente al rumor entre acontecimientos que tan sólo rescatará el sueño.”
El atractivo barman, vestido con chaqué y pajarita prendió el cerebro de pantera (tal y como bautizaron al nuevo chupito tras la reapertura). Bajo las elípticas lámparas verdes de diseño del pub probablemente engendrado desde sus efímeros deseos. Natalia miró a los lados en la deshabitada barra donde colgaban sus tobillos y unos tacones que parecían aletear desde la desprendida ansiedad. Asegurándose que los seductores movimientos del morenazo serían para ella, exclusivamente…
Muchos años de tabú quedaron atrás, en el cajón de las culpas. Cedidos a unos malos tratos e insultos de un hombre individualista, calvo ahora y siempre engreído.
Natalia bebió el oscuro licor y masticó después esa nuez húmeda que quedó en el fondo del pequeño vaso. El camarero sonrió y colocó su mano sobre la suya mientras le guiñaba un ojo. Entonces, desde la flor repudiada saltaron los labios de la mujer que explosionaron como el crujir de la leña ardiendo.
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Published on e-Stories.org on 08/23/2013.