Cuauhtemoc Lopez Martinez

En medio de la desesperación

Los primeros rayos de sol se asomaban por el horizonte, dando por terminada la oscura noche en la ciudad, una ciudad acosada por el caos donde ningún ser vivo seguía habitándola, a excepción de las criaturas k vagaban por sus calles, no se les podía llamar seres vivos ya que todas estas criaturas estaban por definición muertas, sin embrago caminaban a pasos lentos y cojeando, eran los restos de una civilización humana que una vez fuera la especie que dominara el planeta ahora casi todos sus miembros eran lo que los sobrevivientes llamaban  “caminantes” criaturas sin vida que se alimentaban de carne humana, algunos de ellos, en su mayoría, tenían la carne en estado de descomposición por la falta de procesos biológicos ya que solo eran cadáveres caminantes en busca de alimento sin ninguna otra meta, ni siquiera pensaban o podían articular palabras solo gruñidos y algunos gemidos.
Yhaiko era uno de esos pocos sobrevivientes en el caos que se había convertido el mundo actual, habían pasado tres años desde que el primer brote de la enfermedad ataco la ciudad, aun recordaba lo que había hecho ese día y de cómo rápidamente toda la ciudad y las personas que vivian en ella fueron convertidos en criaturas hambrientas de carne humana desatando el apocalipsis y la casi completa extinción de la raza humana. La única razón por la cual Yhaiko no se había quitado la vida como lo habían hecho muchos de sus conocidos al ver los sucesos que estaban ocurriendo, fue realmente porque estaba aún en busca de una persona, una persona que había desaparecido hacía ya tres años y que aún le mantenía viva la esperanza de que este mundo se podía salvar, esa persona era su hijo.
El niño se llamaba Iko y ahora debería tener por lo menos seis años, Yhaiko no sabría si el niño lo recordara como su padre o si él mismo reconocería al niño ya que cuando se desato toda la epidemia el niño tenía tan solo tres años y algunos meses, lo había estado buscando por todo este tiempo siguiendo las pistas que algunas profesoras del jardín donde lo llevaba en esos tiempos, habían dejado en las paredes para que si algunos padres llegaban a verlas pudieran ir por sus hijos.
Leyó el trozo de papel sucio y viejo que tenía entre sus manos, decía: “Escuela Primaria Renacimiento” era todo, recordó que lo encontró en un autobús volcado a la orilla de la carretera cuando caminaba a la ciudad. Por lo que sabía ese autobús transportaba algunos niños y dos profesoras que se habían refugiado algunos meses en un campamento improvisado en un pueblo cercano, había estado siguiéndoles la pista hasta que dio con ellos y con el campamento demasiado tarde ya que una horda de criaturas había alcanzado repentinamente el asentamiento por lo que tuvieron que huir de ahí rápidamente, cuando él llego logro ver que algunos niños y adultos no habían tenido tanta suerte y sus cadáveres o parte de ellos yacían regados por todo el lugar.
Yhaiko siempre se había mantenido a salvo ya que había aprendido, de la forma mala, a valérselas por sí mismo, recordaba cuando había estado en compañía de otros sobrevivientes, ocho en total entre ellos una pareja de recién casados, una mujer de edad avanzada, un cuarentón un tanto histérico, un chaval que no tendría ni la mayoría de edad y dos hermanas de color de 20 y 18 años. Habían establecido un pequeño campamento en medio del bosque a las afueras de una ciudad grande, así podían entrar en pequeños grupos de tres personas a la ciudad y buscar en las tiendas o centros comerciales la comida y el agua que necesitaran y salir tratando de no ser vistos, al principio esa estrategia les estaba funcionando sin embargo cuando una horda de criaturas los atacaron en una de sus idas a la ciudad, los encerraron en un callejón sin salida así que uno de ellos, el cuarentón, tuvo k sacrificarse, habían establecido una regla la cual consistían en que si se enfrentaban a una situación en la que tuviera que sacrificar a alguno de ellos, sería el más viejo de todos el que tendría que hacerlo, ya que después de una acalorada charla previa, habían acordado que si algo necesitaba el mundo para regenerase era gente joven, y entre más joven mejor, así que en esa ocasión fue el turno de aquel hombre. Ese pensamiento fue el que le dio nuevas esperanzas de buscar a su hijo de nuevo, y quedo totalmente convencido cuando una noche un pequeño grupo de criaturas atacara su campamento dejando muertos a la mitad de ellos, los otros entre ellos Yhaiko que lograron sobrevivir y escapar, decidieron separase, al parecer habían notado que entre más grande fuera un grupo de gente viva, a las criaturas les era más fácil hallarlos, así que cuando decidieron irse por su cuenta, Y! haiko pe nsó retomar su búsqueda nuevamente. De eso ya hacia cerca de un año, a veces pensaba en abandonar toda esperanza de encontrar a su hijo, sin embargo cuando lo pensaba realmente, si no era ese su propósito no tendría otro y entonces se sentiría desesperado y comenzarían los pensamientos suicidas. Así que eso lo ayudaba en varias formas ya que lo mantenía cuerdo y al mismo tiempo le daba esperanzas y sin esperanza un hombre no es nada.
Las pistas que había seguido lo conducían hasta donde se encontraba ahora, subió una pequeña colina a un lado de la carretera para tener una mejor vista, cuando llego hasta arriba pudo ver su destino. A lo largo del horizonte se veía dominando el paisaje toda la ciudad, sus edificios altos y sus calles , a esa distancia pareciera como si nada hubiera pasado, sin embargo el silencio total y las columnas de humo que salían por aquí y por allá le daban un aspecto de caos y abandono. Sin más que perder, Yhaiko dio un suspiro y se encamino hacia el puente de metal que conducía a la ciudad.
Mientras cruzaba el puente entre autos viejos abandonados y uno que otro en llamas, un movimiento en uno de ellos le llamo la atención, unas de esas criaturas se movía adentro de uno de los autos, la criatura volteo su cabeza ya sin mandíbula inferior y logro ver a yhaiko, esté al notar que la criatura comenzaba a salir del auto, apresuro la marcha, la criatura logro salir moviéndose como si todo el cuerpo le pesara, las sucias ropas y la carne ya en estado de descomposición denotaban que llevaría al menos unos meses sentado en ese mismo lugar esperando que algún ser humano pasara por ahí para intentar atraparlo y poder alimentarse, y solo sería precisamente eso, intentar, ya que estas criaturas no solían moverse muy deprisa, eso era algo que Yhaiko ya sabía muy bien, así que no se preocupó demasiado en tratar de darle muerte, solo era uno y uno no era realmente algo de qué preocuparse, si lo llegaban a alcanzar solo tenía que asestarle un golpe lo suficientemente fuerte en la cabeza para aturdirlo y cuando estuviera confundido, golpearlo con algo más contundente para llegar a romperle el cráneo y deshacer el cerebro y con eso bastaba para dejar “muerta” a una de esas cosas. El problema era, y ese era realmente el por qué las criaturas habían casi arrasado con los seres humanos, cuando te encontrabas con algún grupo de varias decenas, por separado estas criaturas eran simples cadáveres ambulantes, pero en un grupo de varias decenas ese si ya era realmente un problema, porque, por su naturaleza de seres sin vida y con un solo propósito, el de alimentarse, casi nada los detenía, podías rociarlos con gasolina y prenderles fuego y aun así seguirían su camino hasta que sus piernas quedaran reducidas a cenizas y aun así seguirían arrastrándose hasta que su cerebro se quemara por completo, pod! í as tomar un arma y dispárales hasta acabar todo el cargador incluso las ametralladoras del ejército que podían disparar cientos de balas por minuto, no lograron detener una horda de unos cientos, podías intentar amurallar un campamento con paredes tan altas como edificios sin embargo cuando las criaturas te olían no se irían a ningún otro lado, y tú y las personas que estuvieran dentro tendrían que salir por suministros algún día y seria ahí donde las criaturas aprovecharían para atacar y entonces sería el fin. No, una de esas criaturas incluso cinco, seis, ocho o incluso diez,  no representaban gran peligro, el peligro era cuando te encontrabas en medio del camino de una horda de decenas o de cientos de ellas, Yhaiko había visto muchas de estas hordas arrasar con campamentos grandes de civiles e incluso militares, de cientos de soldados armados hasta los dientes los cuales terminaban abandonando su puesto o en medio de los dientes de las criaturas hambrientas. Ese era realmente el peligro.
Yhaiko apresuro el paso, ya que no estaba dispuesto a gastar energía acabando con una sola de esas criaturas, en los últimos años había aprendido muchas cosas, una de ellas era que tenía que cuidar las pocas energías que los escasos alimentos le podían proporcionar, por eso siempre trataba de evadir a los que podía y que no representaban gran peligro para poder reservar sus energías si se tenía que ver en la necesidad de defenderse de una horda más grande, de igual forma siempre trataba de caminar, casi nunca correr, hablaba muy poco y trataba de dormir lo más que pudiera cuando encontraba un lugar seguro para hacerlo, incluso trataba también de no pensar mucho, en una ocasión había leído en una revista que el pensar profundamente puede desgastarte tanto como trotar por veinte minutos, entonces había decidido tratar de no pensar más que en lo esencial, además siempre que pensaba demasiado en todas las cosas que quisiera hacer, en lo que no le dijo a su esposa antes de que muriera, en lo que no le enseño a su hijo pequeño, siempre que pensaba demasiando en todo eso, la vida le parecía sin sentido y lo agobiaban los recuerdos y las emociones y había veces que las lágrimas empezaban a salir sin poder detenerse, así que lo mejor era no pensar demasiado las cosas, solo tener siempre presente la meta de encontrar a su hijo y nada más.
Cuando salió del puente la criatura ya estaba lo suficientemente lejos como para aminorar el paso, siguió caminando a paso lento y entro en la avenida principal, los autos aún estaban colocados como la última vez que fueron utilizados, amontonados en las calles en un caos de tráfico por las personas que intentaban a toda costa salir de la ciudad lo más pronto posible, la diferencia es que ahora estaban llenos de sarro y alguna que otra maleza y plantas que empezaban a dominar casi todas las calles ahora vacías de seres humanos. Los edificios llenos de grietas y ventanas rotas por todos lados, el silencio casi fantasmal de toda una ciudad solo era roto por los pasos lentos de Yhaiko, era completamente desolador el silencio que gobernada toda la ciudad, la que una vez estuviera llena de vida a todas horas, ahora solo se veían los autos viejos, las calles desiertas, los edificios abandonados, los pequeños negocios en las banquetas sin ni un solo cliente, los semáforos sin funcionar, el viento arrastrando basura y polvo por las calles, ni siquiera un sonido de aquellos que dominaban la ciudad hace tiempo, el silencio era mucho peor que en cualquier otro lugar por el hecho de que todo ser humano sabía que este lugar alguna vez estuvo lleno de vida.
Siguió caminando sobre la avenida, cuando llego a la esquina de la calle cincuenta y tres y la principal, se quitó la mochila que llevaba acuestas en la espalda, la abrió y saco el mapa de la ciudad que llevaba consigo, le echo una ojeada rápida, lo cerro y lo guardo, se montó de nuevo la mochila en su espalda y siguió caminando por la calle cincuenta y tres. El mapa decía que su destino estaba cerca, la escuela primaria Renacimiento se encontraba en esa misma calle al lado de un pequeño parque.
 Mientras caminaba, su estómago empezó a emitir sonidos, tenía hambre, lo sabía, pero de igual modo sabía que ya no llevaba mucho alimento en su mochila, dos latas de atún en conserva era todo lo que llevaba de alimento, también tenía una botella de agua de 2 litros a la mitad y dos mudas de ropa, aunque la ropa no le sentara muy bien, los pantalones le quedaban algo grandes, era mejor que llevar la misma muda todo el tiempo, no se preocupó demasiado por sus escasas pertenencias ya que sabía que una ciudad así tendría un centro comercial donde podría reabastecerse de lo que necesitara, solo tenía que echar un vistazo a la primaria y si no encontraba nada se dirigiría al centro comercial, a menos que, esta vez sí encontrara a alguien, sabía que no podía albergar muchas esperanzas pero algo dentro de él lo obligaba a seguir buscando.
 El hambre era su menor preocupación, sabia por experiencia, hasta donde podía seguir caminando antes de estar totalmente agotado. En una ocasión, cuando la epidemia llevaba apenas pocos meses, tuvo que entrar a una ciudad por suministros, estaba hambriento y pensó en correr para llegar más rápido, entro por las calles con un trote ligero, al principio parecía una buena idea ya que siempre ha tenido una buena condición física, sin embargo cuando llego al centro comercial, se topó con un pequeño grupo de diez criaturas alrededor del inmueble, a lo lejos parecían esparcidas por todo el estacionamiento exterior y no parecía gran problema entrar, así que solo apresuro la marcha, corrió lo más rápido que pudo esquivando los brazos de una de las criaturas y logro entrar en la cortina de metal que estaba cerrada a escasos centímetros del suelo, suficientes para que Yhaiko entrara arrastrándose, cuando estuvo dentro cerro inmediatamente y se sentó recargado en la cortina, tenía la respiración muy agitada por el esfuerzo y unas pequeñas gotas de sudor caían por su frente, trato de recuperar el aliento cuando de pronto un golpe seco retumbo a sus espaldas, al parecer las criaturas que lo habían visto querían entrar por él, se incorporó rápidamente sin poder tomar aliento y se apresuró a encontrar lo que había ido a buscar. Recorrió el pasillo de pequeños negocios  hacia uno de abarrotes adentro del centro comercial, las cortinas de metal estaban completamente bajadas, se recargo de frente pegando el pecho y las palmas de sus manos y empujo hacia arriba, la cortina subió rápidamente, para su alivio, entró apresuradamente mientras su estómago gruñía del hambre, se dirigió hacia el pasillo donde estaban las latas de comida, sab&iacu! te;a que la comida enlatada duraba bastante tiempo y no estaría aun descompuesta. Mientras revisaba rápidamente las fechas de caducidad de las latas, un estruendo proveniente de afuera de la tienda lo altero, por las ventanas transparentes pudo ver como el grupo de criaturas habían logrado romper los cristales exteriores del centro comercial que daban al estacionamiento y ahora ya estaban entrando, Yhaiko abrió los ojos como platos y maldijo repetidamente mientras tomaba todas las latas que podía entre sus manos, pensó que después, si sobrevivía, tendría tiempo de revisar cuales estaban en buen estado. Salió a toda prisa danto tropezones y resbalando con los demás productos tirados por el piso, cuando estuvo fuera del pequeño negocio, se dirigió a la cortina exterior por la cual había entrado, se detuvo bruscamente a unos metros cuando escucho más golpes y gruñidos del exterior, hizo un rápido cálculo mental y, si sus ojos no le fallaban, ya habían entrado por los cristales más de diez criaturas y si escuchaba bien otras cinco o seis estarían afuera, eso quería decir que más criaturas ya se estaban acercando al centro comercial por el ruido que había provocado al entrar. Cuando volteo su cabeza en dirección al negocio de comida del cual había salido, las criaturas ya estaban cerca de el por lo menos a unos veinte metros de distancia, dio media vuelta y corrió en dirección contraria. El centro comercial era una construcción cuadrada en medio de un estacionamiento de asfalto, la estructura exterior de locales se encontraba dispuesta alrededor de otra estructura cuadrada más pequeña de otros tantos locales, con una separación de unos diez metros entre la estructura exterior y la interior para crear un “pasillo” para los clientes. Yhaiko llego al final del pasillo y doblo la esquina, ! sab&iacu te;a que no podía seguir corriendo ya que eventualmente, por la forma de la construcción, llegaría al mismo sitio, en medio de dos locales de lo que una vez fueron zapatos, se encontraba una puerta de dos hojas con un letrero sobre ella que decía:
 “SOLO PERSONAL AUTORIZADO”
Empujo una de las hojas con su hombro derecho y entro, algunas latas que llevaba cargando contra su pecho cayeron al suelo, no había tiempo para detenerse a recogerlas y siguió corriendo, entro rápidamente por el pasillo de paredes blancas dispuesto para que el personal entrara a sus respectivos negocios, el pasillo daba a un espacio comunal sin techo en el centro de todo, no muy grande, de al menos unos cinco metros cuadrados, para guardar utensilios de limpieza y cubetas entre otras cosas. Se recargo contra una pared con la respiración muy agitada, el sonido de las puertas hizo que diera un salto, cuando miro hacia ellas las criaturas ya estaba entrando en el pasillo, dio unos pasos hacia atrás pensando que esta ves seria su fin, busco con la mirada alguna puerta por donde escapar pero no encontró ninguna, mientras las criaturas seguían avanzando, pudo ver que ahora se trataba de un grupo de decenas de ellas, un sudor frio recorrió su cuerpo mientras seguía dando pasos hacia atrás lentamente, sus manos cayeron a sus costados soltando todas las latas que llevaba contra su pecho, cuando sintió un tubo de metal chocar contra su espalda, volteo la cabeza y noto que se trataba de una escalera, subió los más rápido que pudo por ellas mientras las criaturas llegaban a rozar sus pies, por lo visto las criaturas no podía trepar escaleras. Cuando llego hasta arriba en el techo, se tiro y trato de recobrar el aliento acostado boca arriba, se incorporó lentamente y asomo su cabeza por el borde del techo hacia las criaturas que estaban amontonadas al lado de la escalera de metal, con sus manos hacia arriba en señal de querer alcanzarlo, era como la primera fila de un concierto de alguna estrella de rock pensó. Su estómago volvió a hacer sonidos, maldijo el haber tenido que soltar las latas, ahora tendría mucho más hambre y sería más difícil en! contrar comida.
Sus recuerdos fueron interrumpidos por los mismos sonidos del hambre que ahora sentía mientras caminaba, el sentimiento lo regreso al presente ahora en la ciudad, claro que sabía que esta vez la intensidad de su hambre era mucho mayor que aquella vez, también sabía que contaba con dos latas en su mochila las cuales tendría que comer cuando en realidad estuviera sin fuerzas para que las energías proporcionadas por el alimento le rindieran mucho más, podría aguantar más el hambre aun, se dijo.
Llego a la altura del parque al lado del cual se encontraba la escuela, se detuvo en seco cuando vio a dos criaturas deambulado lentamente enfrente de la entrada principal de la pequeña escuela, corrió sigilosamente hacia un vehículo abandonado en la acera contraria a la entrada, el hecho de que dos criaturas estuvieran cerca, era señal de que algo vivo podría estar adentro, su corazón se aceleró, pensó en tomar su cuchillo que llevaba atado a su cintura para darles muerte a las criaturas, sin embargo tenia demasiada hambre para perder más energía, además el ruido podría atraer a otras más. En eso estaba cuando hacia un lado de la calle vio a otra criatura acercarse lentamente a las otras, esto hizo que descartara completamente la idea. Alzo lentamente la cabeza por encima de la puerta del auto y observo cuidadosamente el inmueble, la estructura principal estaba rodeada por una cerca de maya de metal de dos metros de alto, lo suficientemente fuerte para que las criaturas no lograran entrar, a un lado del edificio principal se podían observan unas estructuras de metal que podrían ser el área de juegos, estaban llenos de sarro y aun conservaban su forma original de resbaladillas, columpios, sube y bajas y otros tantos. Miró hacia el otro lado y pudo ver un auto estacionado al lado de la cerca de maya, pensó en subir al techo del auto y de ahí saltar adentro del patio exterior de la escuela para poder entrar en ella, salió despacio y cuando noto que las criaturas se encontraban lejos, corrió sigilosamente con la cabeza agachada, llego hasta el otro auto y trepo al techo de esté, ahora la cerca le llegaba a la altura de las rodillas, coloco sus manos en el tubo superior de la cerca y con un pequeño salto logro caer al otro lado de la cerca.
 De este lado el edificio no se separaba mucho más que por unos cuatro metros de la cerca, corrió hacia la pared y se recargo para ocultarse, ahora estaba fuera del alcance visual de las criaturas. Pegado a la pared se deslizo a su derecha unos pasos y logro alcanzar la esquina, asomo su cabeza unos centímetros y pudo ver a las criaturas caminando lentamente afuera de la escuela, volvió su cabeza a la izquierda y vio que la pared se extendía varios metros, camino en esa dirección lentamente, a mitad de camino noto una pequeña puerta de metal con el pestillo por fuera, era una de esas puertas que se abren de un solo lado, Yhaiko jalo el pasador, el cerrojo se abrió y pudo entrar, cuando estuvo dentro noto que la puerta no tenia cerrojo de este lado, imagino que era para que los niños no pudieran abrir la puerta por dentro, cerró la puerta y dio la vuelta.
Yhaiko se encontraba en lo que parecía un pequeño pasillo angosto donde sus manos apenas se podían estirar por completo a los lados, camino un poco y noto una escalera de metal empotrada a una de las paredes, llego al final del pasillo y salió a lo que parecía un patio central. La estructura de la escuela constaba de una construcción de un solo piso dispuesto de forma rectangular, en donde los salones se encontraban alrededor de lo que parecía el patio central todo techado por lámina transparente. Miro alrededor y vio uno de los salones donde había un pequeño letrero arriba de la puerta que rezaba “DIRECCION”, se dirigió hacia ahí, cuando caminaba hacia allá noto que algunos de los salones del lado contrario de donde había salido estaban quemados por dentro, en la cornisa superior se veía un color negro provocado por las llamas al salir por las ventanas. Un gruñido lo sobresalto, pero esta vez no provenía de ningún otro lado más que de él mismo, su estómago otra vez le estaba diciendo que tenía hambre, ahora la sentía más pronunciada con un pequeño dolor agudo, se llevó la mano al abdomen y cerro el ojo derecho tratando de reprimir la sensación, saco rápidamente la botella de agua y bebió un poco, el agua podía calmar por unos momentos más su hambre, guardo su botella cuando ya estaba afuera del salón al que se dirigía, y entro. Cuando estuvo dentro aún no estaba seguro de que era lo que estaba buscando, sin embargo, como había ocurrido antes, lo sabría cuando lo encontrara. Busco en los cajones del escritorio, en los archiveros pegados a la pared y en los recortes de papel y periódico clavados en una de las paredes de madera sin embargo no encontró alguna especie de mensaje de a donde se dirigirían o algún mapa marca! do o cua lquier otra cosa, no estaba encontrando nada y esto le produjo ansiedad, si los habían atacado y no les había dado tiempo de dejar más pistas, estaría perdido, no sabría a qué otra parte del mundo se habían ido, no sabría dónde buscar y entonces sería el final de sus esperanzas. Empezó a sentirse desesperado, apoyo sus manos sobre el escritorio, cerró los ojos y suspiro profundamente, tenía que clamarse, el hambre lo estaba poniendo irritable y empezaba a sentirse un poco mareado, las piernas le temblaron un poco y sintió un repentino desvanecimiento, estuvo a punto de caer sobre sus rodillas cuando se apoyó con los codos sobre el escritorio y logro amortiguar la caída, se quedó un momento con la mejilla derecha sobre la madera, era todo, ya no podía seguir buscando, ni siquiera seguir pensando, tenía que comer algo o si no se desmayaría pronto.
Mientras se estaba quitando la mochila de la espalda, el ruido de una puerta al cerrarse lo sobresalto, se agacho instintivamente solo un poco, se acercó a la ventana del salón y pudo ver una sombra entrar en uno de los salones del ala izquierda, el corazón le dio un vuelco, podía tratarse de una persona, o incluso de un niño. Salió a toda prisa del salón y se dirigió hacia donde había visto entrar aquella sobra, era un pequeño pasillo angosto parecido al otro por donde había entrado solo que exactamente del lado opuesto. Llego justo cuando vio la puerta cerrarse, recorrió todo el pasillo hasta el fondo, trato de encontrar el cerrojo para abrir la puerta pero recordó que, si era igual a la puerta por donde había entrado, no podría abrirse por dentro. Trato de empujarla pero no funciono, dio unos golpes con las palmas de las manos y llamó.
- ¡Hey! ¿Hay alguien ahí?
Esperó.
Coloco su oreja derecha sobre el metal de la puerta y volvió a llamar.
-¿Hola?- Dijo suavemente.
De repente logro escuchar un pequeño sonido, era un débil sollozo junto con una respiración entrecortada, parecía el llanto de un niño pequeño.
-¡Hijo!- Gritó.
Se sintió un poco tonto por haber dicho eso ya que no sabía quién era el niño, sin embargo fue su primera reacción y no pudo culparse por ello.
-¡Niño!- Volvió a decir.
 –No te preocupes no voy a lastimarte, solo quiero saber dónde están todos.
El llanto se seguía escuchando pero no hubo más respuesta.
-Espera ahí- dijo.
Corrió hacia afuera del pasillo y entro en uno de los salones contiguos, por dentro pudo ver que el salón era uno de aquellos que se habían quemado, todas las paredes estaban negras por las llamas y de los restos de las butacas solo podían verse algunas estructuras de metal a medio deshacer, al parecer había sido un gran incendio. Corrió hacia las ventanas que daban la vista al patio exterior de dónde provenía el llanto, desde ahí pudo ver al niño. Al parecer el pequeño tendría no más de siete u ocho años, rubio de ojos azules, llevaba una camisa azul cubierta por un suéter gris de algodón, un pantalón de mezclilla azul y unos tenis blancos, al parecer la ropa no era suya ya que se veía que le quedaba todo grande. Al verlo Yhaiko sintió una repentina sensación de frustración, no era su hijo de eso estaba seguro, aunque no lo hubiera visto desde hace mucho, él sabía que no era rubio ni tenía los ojos azules, además por estos momentos su hijo tendría entre seis y siete años. Sin embargo era un niño pequeño y no podía dejarlo ahí, tenía que ayudarlo. Golpeo con las manos las ventanas, estaban muy opacas por el incendio y tenían un recubrimiento exterior de una maya de metal por lo que resultaba borroso ver a través, y gritó.
-¡Oye! ¡Amigo! ¡Venga no voy a hacerte daño!-
El niño se encontraba a unos diez metros de la ventana, al parecer no lo escuchaba pero pudo ver como dirigía la mirada hacia Yhaiko, y hacia un gesto de terror cuando lo vio, llevo rápidamente sus manos a su pecho y los apretó con fuerza, Yhaiko volvió a golpear con las palmas la ventana y a tratar de gritar más fuerte, pero el niño solo retrocedía lentamente, no acababa de entender por qué.
El patio en el que se encontraba el niño era lo que parecía el patio de juegos, estaba en el exterior del edificio de salones pegado a uno de ellos, dos de las paredes restantes eran la maya exterior que daba a la calle, otra de las paredes era igualmente una maya de metal, al parecer lo construyeron rodeado de maya para que los alumnos estuvieran seguros y nadie más entrara, ni tampoco saliera accidentalmente algún niño. Yhaiko reflexiono sobre aquel niño, estaba completamente aterrorizado por estar solo en ese lugar, eso era claro, pensó en la imagen de el mismo gritando desde la ventana y haciendo señas de querer alcanzarlo, lo pensó bien por un instante y comprendió que tal vez el niño pensaba que Yhaiko era una criatura de aquellas y que también quería atraparlo, tenía mucho sentido, por eso el niño solo retrocedía cuando él le gritaba. Tenía que pensar otra forma de llamar su atención. Estaba pensando una forma cuando volteo a verlo, la sangre se le heló, algunas criaturas comenzaban a acercarse a la cerca de maya que daba a la calle, recordó que cuando él estuvo fuera solo eran tres, sin embargo ahora podía contar seis de ellas, empezaron a recargarse en la maya y a tratar de alcanzarlo con sus dedos putrefactos, al menos era lo suficientemente fuerte para resistir a seis criaturas. Tenía que pensar rápido, vio al niño retroceder hacia la pared del salón donde se encontraba Yhaiko, así que intento de nuevo llamarle pero solo consiguió que el niño se asustara nuevamente y se detuvo paralizado del miedo. Levanto la vista y el corazón le vio un vuelco cuando vio al fondo de la calle por donde había llegado hace unos momentos, mas criaturas ya estaban llegando, volteo hacia el otro lado de la calle y vio unas más caminar lentamente hacia la escuela, eran ya varias decenas qu! e segu&i acute;an avanzando. Volvió a llamar a gritos aún más fuertes para que el niño lo pudiera escuchar, pero era en vano, el pequeño estaba paralizado del miedo y no se movía, solo lloraba y se quedaba ahí parado en medio del patio. La avalancha de criaturas se recargaba con fuerza sobre la maya que empezaba a ceder, Yhaiko estaba desesperado, si esa maya cedía el niño no tendría a donde correr y seria devorado y despedazado vivo por las criaturas, no podía dejar que eso sucediera, NO PODIA.
¿Cómo podría llegar a esa patio? Pensó, tal vez si rodeaba la escuela y entraba por el estacionamiento trasero podía trepar la cerca de maya interior para alcanzar al niño y sacarlo de ahí, pero había un problema, primero tenía que salir a la zona por donde había entrado saltando por encima del techo del auto y ahora esa parte era inaccesible ya que la puerta por donde entro no podía abrirse por dentro.
-¡MALDITA SEA!- grito mientras cerraba los ojos y apretaba los puños con fuerza.
El hambre le impedía concentrarse, sin embargo la adrenalina del momento le estaba dando las fuerzas necesarias para pensar algún plan.
-¡PIENSA!- dijo nuevamente mientras levantaba la vista al techo.
 -¡EL TECHO!- dijo.
Recordó que cuando entraba por el otro pasillo, había visto una escalera empotrada en una de las paredes, podía subir por ella al techo, rodear el techo de lámina y de ahí saltar dentro del patio de juegos, tomar al niño y trepar por la maya hacia el estacionamiento exterior,  después pensaría a donde correr para estar a salvo, lo primero era poner al niño a salvo.
Mientras salía del salón a toda velocidad echo un vistazo rápido al patio, vio como las criaturas casi tiraban la cerca de maya, salió y atravesó el patio central lo más rápido que pudo, llego al pasillo y entro corriendo, subió la escalera, al final de ella había un pedazo de metal en el techo de forma cuadrada, lo empujó hacia arriba para abrirlo y noto como le costaba demasiado trabajo, sus fuerzas le estaban fallando, intento nuevamente, esta vez subió otro escalón y empujó con su espalda para hacer más fuerza con sus piernas, el metal cuadrado cedió y dio paso a una luz resplandeciente. Subió al techo de la escuela, y comenzó a correr hacia donde debía estar el patio de juegos. A diferencia de la planta baja no podía atravesar transversalmente ya que el techo del patio central era de lámina transparente la cual no soportaría el peso de una persona, así que tenía que correr alrededor por sobre el techo de los salones los cuales eran más resistentes. Mientras corría podía ver como las criaturas se amontonaban sobre la cerca de maya que estaba ya muy inclinada casi a punto de ceder. Uno de los tubos de soporte verticales cedió al empuje de las criaturas y se desprendió de la estructura creando un agujero en la maya, una de las criaturas pudo meter la mitad superior de su cuerpo, cuando Yhaiko vio esto corrió más aprisa aun para poder saltar desde el techo, ya no pensaba donde caer o como saltar, solo quería llegar hasta el borde del techo para poder caer dentro del patio. Cuando estuvo a unos cinco metros del borde por donde tenía que saltar, sintió un estruendo en sus pies, no le dio tiempo siquiera poder reaccionar, cuando sintió caer el suelo a sus pies, la estructura del techo de esos salones se había debilitado por las llamas provocadas por el incendio, cua! ndo Yhai ko pasó por ahí el techo colapso irremediablemente junto con un montón de escombros llenos de ceniza y polvo. El golpe que se propino al tocar el suelo fue devastador, había caído completamente boca abajo sobre su pecho y esto le había sacado todo el aire de sus pulmones, sin mencionar que le había causado al menos dos costillas rotas y un talón fracturado. Trato de recobrarse lo más pronto que pudo pero el esfuerzo hizo que le doliera todo el cuerpo, estaba tan cansado, lastimado y hambriento que su cuerpo no podía más, sus brazos ya no le respondían y sus piernas le dolían terriblemente. Cuando alzo la vista, con un solo ojo, pudo ver, por entre las ventanas del salón donde había caído, lo que sucedía afuera, la cerca por fin había cedido y las criaturas ahora entraban rápidamente, desde ahí solo pudo ver al pequeño sentado en el piso avanzando lentamente hacia atrás con una expresión de profundo terror en su rostro.
-¡NO!- Trato de gritar Yhaiko, pero su voz fue apagada por un quejido de dolor, trato de levantarse nuevamente pero sus fuerzas lo había abandonado completamente.
-¡NO!- Volvió a gritar nuevamente, y fue lo último que pudo hacer mientras su conciencia se desvanecía, con los últimos resquicios de su mirada pudo ver como las criaturas se abalanzaban vorazmente sobre aquel chico, Yhaiko ya no podía hacer más, se odio a si mismo por no haber podido ayudar al pequeño y se consoló pensando que tal vez las criaturas también terminarían con el mientras estaba desmayado, era todo, su vista se oscureció y los últimos despojos de su conciencia desaparecieron.
 Se desmayó.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Published on e-Stories.org on 02/26/2014.

 
 

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