Tenía poco de haber pasado de niño a hombre y sentía que la vida podía ofrecerme
mejores cosas que el sexo… ¿Cuáles?... No lo sé pero así lo creía o al menos eso deseaba
pensar.
La recuerdo bien por su toque cachondo y sensual, de niña que empieza a usar lo que
tiene para conseguir lo que quiere: morena, alta, delgada buenísima, cabello liso, negro,
largo, culete respingón, pechugas que te obligaban a mirar.
El punto es que llegó con quien entonces era mi mejor amigo y apenas saludaron se
metieron a planchar; los que nos quedamos en la sala, apretábamos nuestros vasos
Tupperbuey con cubas de cañita y Coca, y aparentábamos que éramos tan maduros, que
nos importaba una carajo lo que sucedía en el cuarto… ¡Madres!, la realidad es que todos
moríamos por estar en ese lugar.
Luego de algunos minutos y varios golpes de cadera, ambos salieron como si nada; ella
se sirvió y se sentó con nosotros con ganas de platicar; él marcando territorio nos aventó
su condón usado.
Cuando ya andábamos algo pedones, en ese punto en que todos nos queremos un chingo
y se rompen los convencionalismos, me acerqué a mi amigo y discretamente le dije que
su acompañante estaba de su puta madre de buena.
- ¡Te la presto!…
Poco más de una semana después, llegué a su casa, tenía enormes ganas de
cepillármela, así que ni bien asomó la cabeza me le aventé y nos trenzamos en un largo,
suave y muy, muy rico besuco.
Sin dinero y con muchas ganas, me disfracé de romántico y la llevé al parque, pues a
esas horas no había mejor lugar para que pudiéramos hablar de los dos…
Un poco a regañadientes, otro poco a jalones, la llevé entre los árboles y literal nos
empezamos a dar un arrastrón buenísimo; la cosa se ponía cada vez mejor cuando me
detuvo, se acomodó la ropa, anudó su cabello y me preguntó:
- ¿Te gusto?
- ¡Claro, si estás requetebién preciosa!, me gustas un montón.
- ¿Te acostarías conmigo?
¡Qué chingados!, ¿qué le respondo?
- Mmhh… Sí, pero no creas que soy de ese tipo de hombres, no te quiero sólo para
eso; primero quiero conocerte y bueno, no sé, con el tiempo… yo creo que cuando
dos personas se conocen bien el sexo es mucho mejor…
Su carita dibujó una linda sonrisa, me dio un beso tímido y me pidió que la acompañara
a su casa; ya casi eran las diez y no podía llegar tarde.
All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Tonatiuh Ceballos.
Published on e-Stories.org on 04/14/2016.
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