Brandon Balderas Rocha

El último adiós (Carta)

Esta será la última carta que he de escribirte.  Te digo esto por si la lees, pero especialmente por si no, porque aunque es para ti, la escribí por mí.     Odio el verbo extrañar. Nunca te lo dije pero es así. En otros idiomas se toman las alternativas de decir “me haces falta” o “te echo de menos” y aunque suelo referirme así cuando hablo de ti.. He comenzado a extrañarte por completo y odio ese verbo. Lo odio porque es sinónimo de olvido, porque significa “convertir en extraño algún objeto o ser” y francamente eso somos ahora… Dos extraños que se conocen demasiado.   Siempre estuve enamorado de tus ojos, de tu manos, de tu risa y tu tono de voz, pero amé de ti más que eso, amé tu miedos, el hoyuelo del lado derecho de tu rostro cuando reías, el sabor a despedida que a veces traías en tus labios, amé tu forma de amar, tu forma de aprender, tu forma de no soportar sentirte vulnerable y aun así abrirte conmigo, amé tu llanto y tus expresiones tan particulares, esas que aún ahora sigo diciendo. Por sobre eso, amé la intimidad que rodeaba todo lo que hacíamos, amé el sentirme amado, el sentirme valorado, pertinente y seguro. Amaba como fluíamos, de manera que todo parecía ser aún más que sencillo: natural, destinado si quieres decirlo así. Amaba sentirme un nido al cual siempre podías volver. Aún amo todo eso de cierta manera. Amaba no necesitarte y sin embargo no considerar separarme de ti y francamente eso hubiera hecho, hubiera jurado morirme en tus brazos, si tan sólo tus brazos fueran para mí. Pero decidiste un día despedirte de mí habiendo encontrado una nueva ilusión, una nueva persona con la cual compartir tu amor, y ningún verbo es más apropiado aquí que ese “compartir”, porque te fuiste sosteniendo que me amabas, me dejaste sosteniendo que era el amor de tu vida, nos abandonaste sosteniendo que ibas a arrepentirte y regresar… y eso me destruyó. Me destruyó porque no decidiste irte por completo, porque me llorabas y me buscabas, porque me permitías buscarte y llorarte y porque varias veces nos permitirnos encontrarnos a escondidas y sin ropa como amantes.  Caí y cedí y fui víctima y verdugo de mis pasiones y de las tuyas y asímismo descubrí que la única razón detrás de ello era el tratar de abatir la distancia, el frío y la soledad refugiándome en la carne. Tratar de subsanar los vacíos y tus ausencias en un par de horas de intimidad condensada, y mi mejor excusa fue creer que todo era por amor, en vez de por la ausencia de este. Arrojé entonces más de quinientas preguntas por los confines de la habitación con tal de que me respondieras una: ¿Por qué? y aún ahora sigues sin lograr hacerlo, aún sigue habiendo quinientas y un preguntas aún flotando por mi casa, y quinientas y un más que han permanecido en mi cabeza. Me ha tomado tiempo, pero por fin comienzo a aceptar que talvez nunca logres encontrarles respuesta, al parecer el mismo tiempo y distancia que ayudaron a que las enterraras conmigo por la fuerza. Porque a tu ver mi partida catalizó el cierre de la herida y convertiste mi silencio en exilio, convertiste mi ausencia en agresión en aras de librarte de las promesas inconclusas, del autoreproche, en aras de transmutarme en un nombre más en la lista del paso de tu invierno, en otro hombre más que se alejó, que se fue, que mintió sobre quedarse... Hiciste todo eso y más olvidando que fuiste tú quien me dejó sin otra opción  Me tuve que ir porque te fuiste tú primero,  me tuve que ir porque me obligaste, o mejor dicho el dolor me obligó, me tuve que ir porque ya no querías compartir tu amor únicamente conmigo y en el acto de preservar mi alma y mi amor propio tuve volver sobre mis pasos, unos pasos que tomaste como insulto y ataque, y que me hicieron acreedor culpa y de olvido. Jamás olvidaré tu voz agradeciéndome por hacerte más fácil el "superarme", me partiste el corazón, y me lo partió aun más el ver tras tus ojos mi reflejo reprimido por olas de negación.   Te confieso ahora que muero de miedo vida mía, por primera vez experimento el miedo a la soledad y más que eso, el miedo al inminente abandono y a no ser suficiente, a haber sido usado… porque te di todo, te di la mejor versión de mí mismo que jamás había producido, te di la manera más pura de amor que he encontrado, te di mis palabras, mis miedos, mis certezas y cuando todo parecía ir viento en popa, habiendo sanado tus heridas y nutriendo tu autoestima, habiendo borrado las marcas del dolor y abandono que te habían pintado las pupilas, justo cuando no podíamos ser más felices (porque tú me lo confesaste y yo no he mentido), sin razón aparente, real ni tangible… me cambiaste.. a pesar de haber sido muy miserable al hacerlo, aún rompiéndote por mitad y perdiendo en el camino buena parte de ti, de tu alegría y genuinidad, de tu confianza y soltura. Te confieso entonces que me es inevitable pensar que si habiendo hecho y dado todo eso no logré convencerte de quedarte… ¿A quién lograré hacerlo si no me queda ni la mitad de aquello para dar?   Y aunque llevo casi dos años echándote de menos, he terminado por iniciar a extrañarte, a extrañar las tardes de los miércoles, la lluvia de tu piel sobre la mía, tu forma de reírte de mis malos chistes,  extraño verte maquillar frente al espejo, extraño escucharte decirme “te amo”, extraño escucharte cantar y cocinar para ti y contigo, extraño las tardes en las que estudiábamos juntos, extraño responder todas tus dudas aunque no tuviera las respuestas, extraño el olor de tu pelo y las ojeras de tus lunes, extraño tomar tu mano, pero sobre todo… extraño tus abrazos, los extraño… porque a pesar de que los echo de menos como no tienes una idea, he comenzado a olvidarme de ellos. Nunca me callé nada, o por lo menos nada importante, nada que quisiera que tú supieras y si es que no recuerdas mis palabras, varias las tienes por escrito, en mi puño y letra, con mi firma y mi perfume… pero en dado caso de alguna vez leyeras esto, o que te enteraras de alguna forma, lo único adicional que tengo para decirte y que no sabes ya es:   -Que te voy a recordar como sólo yo recuerdo toda la vida y las que siguen, si es que tienes razón y nos vienen otras más. Que aunque haya renunciado a buscarte, a tu piel, a las noches contigo, aunque renuncie al desamor y a la nostalgia, jamás renunciaré a tu recuerdo. Que te escribiré un libro y decoraré una alcoba en los restos de mi corazón para que residas por siempre…pero solo eso. No te dedicaré ni un pensamiento más si puedo evitarlo, no te echaré de menos, no reviviré tu recuerdo, no buscaré los restos de nuestro pasado en un futuro con o sintigo. Y esto lo escribo no para que lo leas, sino porque lo necesito, lo necesito porque estoy cansado y estoy cansado de tanto dolor inverosímil. Lo escribo para mí, para avanzar, para soltar y para crecer. Lo escribo porque debo recordar que antes de que fuéramos dos yo siempre había sido uno, uno que vale la pena, uno que sabe amar, uno que verdaderamente deja marca, uno que siente y vive y ríe… y volveré hacerlo, sin importar cuanto tiempo me demore y aunque tenga que pagar de precio  el extrañarte.   Gracias por todo y tanto. Sé feliz Cuídate. Adiós. Postdata- Ha llegado el enésimo día y sigo amándote, perdón por ser incapaz de cumplir mis promesas al pie de la letra, planeaba hacerlo.

All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Brandon Balderas Rocha.
Published on e-Stories.org on 11/13/2019.

 
 

Comments of our readers (0)


Your opinion:

Our authors and e-Stories.org would like to hear your opinion! But you should comment the Poem/Story and not insult our authors personally!

Please choose

Previous title Next title

More from this category "Experimental" (Poems in spanish)

Other works from Brandon Balderas Rocha

Did you like it?
Please have a look at:


He de amarte - Brandon Balderas Rocha (Lovegrief)
Feelings...❤️ - Ursula Rischanek (Love & Romance)