Jona Umaes
Tarta de felicidad
Antes de empezar, quería aclarar un asunto. Si crees que no pudiste leer mi último relato, te equivocas. Realmente sí lo hiciste. Lee literalmente el título y te darás cuenta :-)
Últimamente ando escaso de creatividad literaria, pero ayer, a raíz de ver una película que hablaba de cómo ser feliz, de hecho, el título mismo lo decía, se me ocurrió hablar del tema. La verdad es que la película, aparte de tener algunos puntos buenos, me aburrió bastante. No porque no dijera cosas interesantes, sino porque lo que contaba ya lo sabía. Y es que ya vamos de vuelta. Uno de los signos que identifican que te estás haciendo mayor es que lo que ves o lees no te aporta tanto como antes. Siempre queremos aprender cosas nuevas, cada vez cuesta más encontrar algo que nos sorprenda y de la que nutrir nuestro conocimiento. Soy de mediana edad, no un vejestorio, pero se notan los años.
Voy a lanzar una idea. Toma lo que quieras si te parece interesante. Cuando nos preguntan si somos felices, no sabemos qué contestar. Y es que es algo tan abstracto y diverso, que no podemos responder con un simple sí o no. Se es feliz por momentos, haciendo determinadas cosas, las que nos agradan, o estando con las personas que nos hacen sentir bien. También depende del momento que estemos pasando. Tenemos rachas. Nadie está bien continuamente. Por eso es una pregunta tan incómoda como absurda. Tanto buscar la felicidad, y al final está en…
Imagina la felicidad como una tarta. Bueno, si no te gustan, puedes pensar en un queso redondo, o una pizza, lo que te apetezca. Continúo con la tarta, que me parece más representativa. La tarta no puedes tomártela de golpe, no todos tenemos la boca de Doraimon. Lo que hacemos es dividirla en porciones, quesitos de diversos tamaños, para saborearla poco a poco. Identifica cada porción con algo o alguien que te haga sentir bien. Puedes trocear la tarta como te plazca. El tamaño de cada porción irá en función de cómo de feliz te hace lo que representa. Todos tenemos una porción común, algo que necesitamos para sentirnos bien. Todos necesitamos sentirnos queridos. De ti depende que esa porción sea toda la tarta, o de un tamaño determinado. Si dependes enteramente de otra persona o cosa para ser feliz, vivirás en la gloria, pero si ocurre que esa persona te falla en algún momento, o pierdes ese objeto de tanto valor, vivirás el peor infierno de sufrimiento. Te hundirás en la miseria y depresión de caballo al canto. Por eso hay que dar a cada aspecto de la vida su justa medida de felicidad. Los extremos siempre son malos. Da igual de lo que se trate.
Hago un inciso ahora, para hablar de los momentos cuando una persona especial para nosotros nos falla. Son muy dolorosos. Todos hemos pasado por eso. Una infidelidad, traición o engaño, es difícil de superar. Tras un período de no poder ver ni en pintura a la otra persona, hay que reflexionar, porque, con anterioridad, nos resulta imposible debido al sufrimiento. Toda la felicidad que hemos tenido con la otra persona, los buenos momentos, se va al garete por un solo hecho. Hacemos que un único fallo valga más que todos los instantes felices. Haz balance. ¿Crees que es razonable sacrificar años de relación y buenas vivencias por un hecho negativo? Si la otra persona se arrepiente y reconoce su error, ponte en su lugar. Si hubieras sido tú, querrías que te diera otra oportunidad, ¿verdad? Todos merecemos una segunda oportunidad, pero solo una. Si te la juega otra vez, al menos lo has intentado. Salió mal y cada uno por su lado. Puedes pensar que tú nunca se lo harías, pero eso no lo sabes, nadie conoce el futuro. Pueden ocurrir infinidad de cosas: que alguien se cruce en tu camino, temas laborales, familiares… cualquiera puede tener un momento de debilidad. No somos máquinas. Nunca digas de esa agua no beberé, porque no lo sabes. Quizás sea una aventura pasajera, o algo puntual, una evasión de los problemas. Nadie hace eso si está a gusto con la pareja. Las personas reaccionan de distinta manera ante los conflictos. Si ha sido algo reiterado y alargado en el tiempo, ni te lo planteas. En otro, caso, míratelo antes de echarlo todo por la borda. Si viésemos a las personas como el conjunto de sus actos, al hacer balance, veríamos que no es justo juzgar al alguien por un solo hecho negativo y despreciar todo el bien que nos ha proporcionado. Todo esto es muy fácil decirlo, pero no se puede hacer hasta que ya ha pasado el dolor y estamos más calmados. Los malos sentimientos nos ciegan y lo vemos todo negro. Lo positivo no existe mientras estamos dolidos.
Prosigo con la tarta, que es más dulce. A más trozos en la tarta, más vivencias con las que disfrutas. Eso depende de cada uno. Puedes tener pocos y grandes, o muchos y pequeños, y el tamaño irá en correspondencia con el disfrute que te suponga. Puedes imaginarlo o plasmarlo en un papel. Prefiero lo segundo y tenerlo a mano, para cuando lleguen malos momentos, y nos ofusquemos con problemas que nos impidan pensar. Entonces, una ojeada a tu tarta te dará ideas para evadirte y pasar buenos ratos. Recargarás pilas y te sentirás más fuerte. Con el pasar del tiempo aprenderás más cosas, y quizás, lo que antes te llenaba, ahora ya no lo hace. Es hora de cambiar la etiqueta a ese quesito. La felicidad, así, se dinamiza, y cambia con nosotros.
Bueno, pues creo que no tengo más que decir de esa tarta. Que te aproveche.
Recupero una idea que se decía en la película que comenté al principio. La felicidad no se encuentra evitando la infelicidad. Entre otras cosas, porque solo se aprende de los errores, de las malas vivencias. De ahí sacas buenas lecciones. Cuando le preguntas a la gente qué es lo que busca en una persona, algunos no tienen ni idea. Te dicen que no lo saben, pero sí tienen claro lo que no quieren. Las malas experiencias marcan. Valoran a las personas por sus defectos antes que por sus virtudes. Levantan una barrera defensiva, que no ayuda en nada. Esto está a la orden del día. Basta con que suceda algo que no les gusta para no continuar. Buscan a alguien perfecto que no existe, porque tarde o temprano se toparán con los defectos. Porque, ¿a quién queremos engañar? Nadie es perfecto, todos tenemos nuestras cosas. ¿No es mejor buscar lo que sabes que te gusta y te hace feliz? ¿O es que no sabes lo que quieres?
Termino con una recomendación: busca en YouTube la canción “Lucky Man (The Verve)”, la letra no tiene desperdicio.
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Published on e-Stories.org on 02/04/2023.