Antonio Justel Rodriguez
LIBRE
[15.04.2019]
En este instante, contemplo cómo arde y arde Notre Dame,
pero el conjunto histórico y mistérico del alma, vuelve a exigirlo y dice:
“París, bien vale una bella e intimísima Misa”, aquella y ésta.
[Atribuida, tan mítica frase, a Enrique IV de Francia]
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... decídete, decídete y salta, irrumpe en ti mismo, y, con fe y coraje,
contémplate y desea entrar y verdecer con celo tu propia mente y corazón,
y, ya, persiguiendo el logro de una mente dulce y amorosa, junto a un corazón inteligente,
- unidos - digo - y cooperando ambos -
con voluntad y profunda luz de rubí o de diamante, estúdialos y prográmate;
elije con exactitud los materiales y construye con formas vivas un proyecto de valor,
- de utilidad -
hasta conseguir articularte y verte como un ser de luz y pálpito sin fin:
plenamente autosuficiente y diligente, disponible y libre;
transforma tus creencias y conviértelas en fungibles o líquidas, en versátiles y móviles,
revisa o rompe, por tanto, los antiguos ritos o liturgias de tus ideologías, gustos y rutinas,
o, bien, dilúyelos, tras lo cual, y derrumbándose,
a tus pies caerán antiquísimos muros y cajas con grilletes de alma,
junto a exhaustas lumbres, brasas y cenizas ...;
abre, pues, también, tus techos e instálales tragaluces o aberturas inmensas,
y que entren, que entren con ansia, gratitud y fuerza, la luz y el aire,
oreando y lustrando increíbles e impensables recodos ocultos,
bajo viejas y espesísimas sombras,
donde habrán de surgir y aparecer insospechados y originales resplandores y brillos,
por completo ignorados por ti;
en definitiva, prescinde de lentes cóncavas, de mitos extraños y arcaicos;
deja y trasciende sistemas atávicos o axiomas, caducos y espesos,
fíltralos y aléjate de ellos, quienquiera que los haya instruido, los sostenga o difunda hoy,
y ya, ya sean, asimismo, de cualquier orden, grado o nivel, lugar o condición;
en una palabra, investígate con objetividad intuitiva y cognitiva,
y, bajo el más sublime e incondicional amor que alcanzar pudieras,
analízate con humildad y a conciencia, pero renuévate y no temas,
y, si fuere preciso, compañera o compañero de existencia y mundo,
rediseña, por último, y uno a uno, cada luz o instante que pudieran intercalarte dudas,
porque, quizás, y por primera vez - no lo olvides -
tras una, y otra, y otra vida de terror y dualidades, oscuridad y misterio -
logres ir por la calle como un dios menor del XXI que esté instruyéndose,
- evolucionante y humilde, sí -
pero consciente, esperanzado y radiante, pleno de íntimo fulgor, poder y sueños inmortales;
y es que, amiga o amigo - créeme - en este siglo y hora, un plus de tales características,
las de esta auténtica y carísima verdad,
- incluso más allá del ingente y propio valor de Notre Dame ardiendo, y de París -
bien, o muy bien podrá valerte - tanto o más - esta humildísima Misa de verso sin virtud,
ni ciencia proclamada, bajo este grito, innato y firme, digo, de estirpe sideral.
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Antonio Justel/Orión de Panthoseas
https://oriondepanthoseas.com
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Published on e-Stories.org on 06/15/2024.