Angels Vinuesa Fernandez

"En concierto"

Hay una constante  que se repite como el número “pi” cada verano, estos son: Los conciertos musicales.

 

Proliferan nuevos cantantes como setas, que, con sus canciones “frescas y pegadizas” según los autores y “machaconas y repetitivas”, según quien las escuche, dan lugar a ser el centro de atención de adolescentes y no tan adolescentes.

 

Me refiero a ese  tipo de ¿macro? ¿Micro?.. Conciertos, y no  a los otros que “haberlos. ¡haylos ¡.. Como las meigas “

 

..Y tu, que eres una persona actual y confraternizas con esa edad dorada de la adolescencia y hasta has introducido en tu lenguaje  él termina “tío  y tía “aunque no refiera a nadie de tu familia, te decides a ir a uno de esos conciertos. Más que nada para que no vayan solos, de paso ver el ambientillo y porque en definitiva.¡ Te va la marcha!

 

Lo primero que te encuentras, es que todas las adolescentes van de uniforme... es fundamental e imprescindible enseñar el ombligo, completado con una mini- camiseta y zapatos con severas plataformas. No se hace necesario que tú sigas también la moda (Que una ya no está par enseñar el ombligo, por una vez en tu vida, ¡sáltate la  regla!

 

Dos horas antes, como en el aeropuerto, se concentra la masa en las puertas del lugar. Has de tener en cuenta que existe una máxima, esta es “chillar, berrear, vociferar “. Desde el tiempo de espera, durante y después del concierto, esa va a ser la tónica general. Chillar ¿por qué?, pues por nada y por todo, esa es la sencilla explicación.

 

Cuando abren las puertas, los chicos y chicas correrán para coger sitio(es un decir). Es como el día de las rebajas, pero sin las dos hermanas que ponen para que salgan en la tele.

 

Agarradas de las manos como en tiempos de guardería y casi sin pisar  el suelo te llevaran al centro del recinto.

 

Allí  seguirán los chillidos  constantemente y tú, te empiezas a preguntar. Cuándo salgan los cantantes. ¿Qué pasará?... pero ¡ tranquila! porque  los cantantes o artistas, tú, casi no los ves, solo son dos puntitos en el escenario. Y hay que ver como los conocen, cuando para tí es algo inexplicable ya que sigues viendo dos minúsculos colores al fondo.

 

Los artistas, cantantes o lo que sean, saludan y entonces  empieza como una especie de “eco tonto”, que ellos dicen: ¡Hola a todos! todas chillan ¡Holaaa!, Que dicen ¡Buenas noches!, pues  todos contestan al unísono. ¡Cuanta uniformidad!

 

El ambiente se caldea al máximo cuando empieza a sonar la música  con demasiados decibelios para el oído humano. Pero solo has de seguir las instrucciones (es fácil), dar palmas, pues ¡ale! Tú a aplaudir como una energúmena, chillando ¡eso sí!, que dicen: los encendedores. Ya te han provisto en la entrada de una especie de artilugio con una pila, siempre  es mejor que los encendedores de antes, que si la canción duraba mucho  te quemabas  todos los dedos.

 

El momento álgido es la ola, que más que una ola parece una “tsunami “ y ya entonces piensas de ésta no salgo ¡Pero aguantas!. Después de cuatro horas, acabas bailando “country” como un a descosida, porque todo se contagia y no es cuestión de hacer el ridículo.

 

Y cuando acaba el concierto, tú estás en estado catatónico afónica  y ¡no! , No te has vuelto loca, simplemente no te has recuperado del susto... ¡Vale, tío!

 

 

Angels Vinuesa

 

 

 

 

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Published on e-Stories.org on 06/25/2005.

 
 

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