Joel Fortunato Reyes Pérez

Por Un Momento

POR UN MOMENTO....
__Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ

Se sintió con ánimo de no contestar con cordialidad extrema, 
lo hizo por defenderse arqueando la espalda para parecer
más fuerte entre la gente arremolinándose en las esquinas
de los pasillos por el patio lateral, en contacto con la otra
realidad en su camisa de cuadros, cómo esos ojos del
corazón qué no ve el hambre de las mesas, el miedo de
las cucharas en la angustia de los tenedores, y el parpadeo
de los cuerpos mordidos por el espejo contrayendo el aliento
acelerado... Ven... ¡Vamos!.

Te invito a caminar por el olvido después de cerrar la puerta
al sueño al filo de la memoria por el ancho cauce de las selvas
y sigue absorto al canto en su capa de herrumbre y pereza, 
descendiendo por la sesión de palabras vagas en la crisis
de las ausencias qué vuelven inesperadamente calmadas
a conversar entre los extraños dentro de una esfera rara.

Llevaba en la mano el eco agrio del que intuye el propio goce,
extraviado, arisco, qué con guiños aviesos rinde todo a su afán,
y tuvo razón al no decírmelo, y después de haber callado al
extremo de escribir con humo azul al cielo gris, y de saltar
al vacío dónde el fuego se había extinguido temblando...

Ya era ceniza y.....

El cementerio se abrió bostezando la puerta más temprano
qué de costumbre, cómo nunca antes, en rígida actitud marcial
decepcionado con un leve resplandor qué sus amarras sacude
y rechina y se queja, del porqué, del cómo y cuándo es austera
la inteligencia, negligente la voluntad y su atención exasperante.

¡Es qué no te cansas de morir!___Parecía decir, sintiéndose
humillado hasta el último límite. Y todo por la razón de la sinrazón
qué vas penetrando en la íntima desazón como el barco qué flota
como un cetáceo muerto en la insomne conciencia del suplicio
acallado, doliéndose en la alegría con el acorde suave de la pena.
¡Ni siquiera puedes disimular qué ya no vives igual qué siempre!...

No, amigo, no es cuento. Te digo qué nunca lo ha sido. Ni mucho
menos un truco. De esta suerte, al morir, desesperado te das cuenta
qué sigues viviendo, dónde la ambición eterna hurta las horas en la
sabrosa mentira del engaño, y tu yugo es el tiempo al qué has quedado
encadenado, reduciendo el crírculo de los ojos qué no ven el dolor
de la calle y la pena del viento... ¿Qué sucede?, Qué no hay renovación, 
día tras día subsiste el problema, año tras año, pero cuándo eso llega
desaparece la confusión, y se encuentra un sentido distinto.

Y no es cuento, no...  Son los miles de ausentes. Los qué han estado
esperándonos desde hace décadas, dónde hay un fin discontinuo
qué comulga con algo desconocido por el deseo qué  trasciende la
expresión verbal qué separa del mundo su llama vigilante y viva.

¡Bien lo dice la leyenda secreta , extraordinariamente desconocida!

Nadie tiene derecho a torturar a los muertos pues sus hijos vendrán a
pedir cuentas de alguna forma, y como las olas siembran el dulce
al mar en las horas ardientes qué agitaban aquel rostro por el viento
con las señales de la vida arrastrado mortalmente... Y como los sutiles
filtros invaden un dulce sueño la realidad aguarda temblando en el pozo
desnudo, sin otra protección qué las espumas de las llanuras.

Yo no sé si era valiente, o quería serlo desde entonces, cómo si el cuerpo
fuera una madeja en los límites del cardumen conformando un émbolo
devorable contra los merodeadores del instinto con arrugas, buscando 
hacer ganancias con la insistencia auxiliar de la incultura, sepulcro
vivo de los mínimos esfuerzos del ser genuinamente humano...
De hecho la obsesión es legendaria, y el ingenio de algunos de estos
métodos, y dispositivos aunque parezcan anticuados es asombroso.

Caminaba reflexionando en la nada cómo el núcleo de importancia prima,
y dónde todo sucede con el tiempo. Con la negra aurora, y en la amarga
condición de esclavo... Algo qué en los versos vibra como verdes hojas,
de un proscrito infelíz soñando el tesoro desterrado con la mano indiferente
del destino, del esfuerzo incesante qué se encierra en sí mismo...
¡Concentrado!... Pensó en el cero como amuleto de los hechos físicos, y
matemáticos... ¡ El opuesto exacto de la nada, intentando capturar sus
efímeras imágenes, y sus impresiones subjetivas !...

Por un momento... ¡Sí por un momento solo!... Uno solo.

En la atmósfera introspectiva, y con la suficiente resistencia pueden 
soportarse los más rigurosos inviernos ovoides, cónicos, entre las
formaciones de nubes de polillas devorando especies exóticas de
anhelos olvidados entre los dramas celestiales y la pureza abstracta
despiadadamente falsificada... ¡Sí, dónde no se necesita comprar nada
para participar!... Y dónde el corazón una mañana se empapa por el vuelo
de la esperanza de un simple mortal qué leyó su astral congoja...

Pensaba y pensaba... ¡Al menos así lo creía!...
Qué durante la existencia, hay algo activo, latente, como el aroma ancestral
de la infancia qué restringe el flujo de corriente, y también dónde se define
el vacío del ser como semiconductor usado principalmente como rectificador
del dolor sólido en una superficie plana para darle un efecto tridimensional,
 qué se disocia en cualquier instante, y cuyos resultados dependen de qué
ocurra o no un determinado evento del contrato vital, en el fondo existencial
aleatorio... 
Y en realidad así lo fue... ¡Por un momento!
Como la hoja qué se deliza por un pedazo de olvido, nutriendo al cementerio, 
en la luminosa cabellera del éter en su infinitesimal ardiente carruaje.
Y por el término latín... ¨Alea¨... Que significa suerte,  al caer en el espacio imposible...


___Autor: JOEL FORTUNATO REYES PEREZ








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Published on e-Stories.org on 04/16/2013.

 
 

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