El regreso de Ulises
Walter Sergio Del Nero
Ulises era un niño como cualquier
otro, asistía a la escuela secundaria, tenía 12 años y estaba en primer año.
La
verdad es que la escuela no lo entusiasmaba mucho auque desfrutaba del
tiempo
que pasaba junto a sus compañeros. Claro, el mejor momento era durante el
recreo, allí se podía sentir libre, al menos durante diez minutos y luego
nuevamente a la rutina.
Su profesora de Literatura se llamaba
Lorena; era un poco extraña, hablaba muy poco. Ya en el salón de clases
pidió
algunas carpetas, todos estaban en silencio esperando que ella dijera algo,
luego
de unos veinte minutos les propuso la lectura de una historia que relataba
un
caso de la vida real. Ella hablaba de un joven que tomó la decisión de
escapar,
junto a su hermano, de su casa para viajar y conocer el mundo.
Mientras Ulises escuchaba la
historia, recordaba como era su vida en el pueblo de Villa María, al norte
de
San Luis, Argentina. El pueblo era pequeño, tanto que todos se conocían,
tan
pequeño que no había cines, ni teléfonos públicos, tampoco Internet o
televisión. Es que Villa María está formado por unas treinta familias de
agricultores que debían recorrer al rededor de cien kilómetros por un
camino
vecinal, de tierra, para llegar a la ruta mas cercana. El pueblo está
aislado y
los docentes deben hacer grandes esfuerzos para llegar a la escuela. Eso
mientras la lluvia no transforme al camino vecinal en un “río de chocolate”.
Ulises soñaba con saber como era la
vida fuera de su pequeño y desconocido pueblo. El cuento que la profesora
de
Literatura leyó despertó el asombro y la curiosidad de todos los chicos,
pero
especialmente de Ulises.
Ulises regresó a su casa, después de
caminar, como hacía habitualmente, tres kilómetros de campo. Al llegar,
sabía que
estaría solo porque sus cuatro hermanos y sus padres aún no regresaban de
cultivar la tierra. Las tareas eran muchas, arar, cultivar, darle de comer
a
los animales, ordeñar, limpiar…. Igual que en la escuela, muy aburrido.
Pero
Ulises continuaba imaginando como sería conocer el mundo como lo hicieron
los
hermanos del relato.
Al día siguiente, jueves, regresó a
la escuela con la esperanza de escuchar otro relato de grandes viajes, pero
la
profesora Lorena tenía otra cosa en mente. Ella les preguntó a sus alumnos
si
les gustaría tener amigos por correspondencia, amigos de otras partes del
mundo. Esta era una buena manera de conocer alguna parte del mundo sin salir
de
Villa María pensó Ulises. Y así ocurrió, las cartas fueron enviadas y un
mes
después regresaron las respuestas. A Ulises le escribió un tal Michel,
que
vivía en Francia, él sabía donde quedaba dicho país pues ya lo había ubicado
en
un mapa en la clase de Sociales; pero una cosa es ver un mapa y otra muy
distinta era hablar con un francés. ¿Qué ocurriría? Yo no se francés,
pensaba
Ulises
Al abrir la carta notó que Michel no
escribía en francés, su español era muy bueno; en su carta le comentó que en
su
escuela se estudiaba español y que él era un muy buen alumno. Ulises le
contó
que en su escuela enseñaban inglés, pero no comprendía nada. Con el paso de
los
meses se hicieron amigos, amigos por correspondencia
A través de las cartas, Ulises
comenzó a desear conocer el mundo de su amigo, muy distinto al suyo; por
su
parte, Michel miraba la forma de vida de Ulises como una
nueva experiencia para su vida.
La amistad creció durante los
próximos cinco años, tiempo en que ambos amigos cumplieron 18 años, en
ese
mismo día, en el día de su cumpleaños, Ulises decidió viajar para conocer
personalmente a Michel. Pero Ulises era
de condición humilde, aunque no le faltaba lo indispensable, no
disponía del dinero necesario para viajar rumbo a
Europa. Michel, sabiendo de los problemas y deseos de su amigo, le envió
el
pasaje y una reserva de hotel por un día en París; luego iría durante un mes
a
su casa.
El avión partió de Buenos Aires y en
pocas horas llegó a su destino, París, la llamada ciudad de las luces.
Ulises
tomo un taxi y se dirigió hacia el hotel que su amigo le había indicado.
Pero
una vez en el hotel le informaron que su reserva era por un mes y no por un
día
como el suponía y que había dinero guardado a su nombre en la caja de
seguridad
del hotel, cantidad suficiente como para visitar Francia durante un buen
tiempo
sin tener que trabajar para vivir. Ulises estaba perplejo y sumamente
confundido, no comprendía lo que ocurría, trataba de recordar el contenido
de
alguna de las cartas que su amigo le había enviado con indicaciones para
el
viaje, pero estaba seguro, la reserva debía ser solo por un día, y lo del
dinero seguro sería un error.
Repentinamente reaccionó, pidió
prestado el teléfono del hotel y llamo a su amigo para aclarar la
situación,
pero el número era inexistente; seguramente lo habría copiado mal, no hay
otra
explicación. Rápidamente pidió un taxi para dirigirse hasta la casa de
Michel,
tomo el papel donde había anotado todos los datos importantes y ordenó
al chofer: “lléveme
a la calle Los Girondinos 1789”. Para su asombro la
dirección tampoco existía, ¿cómo explicar la situación? Inmediatamente se
dirigió al Correo Central de París, seguro que allí tendría una respuesta.
Sin
embargo, la incertidumbre seguía aumentando, en el Correo de dijeron que
las
cartas dirigidas a una dirección errónea eran reenviadas a sus lugares de
origen. Pero todas las cartas que Ulises mandó llegaron, nunca regresó
ninguna,
y su amigo siempre contestó las cartas. Desesperadamente tomó una guía
telefónica, pero de pronto comprendió que aunque llevaba mucho tiempo
hablando
con Michel jamás le había preguntado su apellido. El misterio parecía sin
solución, solo en París, con una reserva en el hotel Franc por un mes y
dinero
a su nombre, podría viajar y cumplir su sueño, pero todo se lo debía a
una
persona misteriosa a la que ni siquiera podía darle las gracias. ¿Con
quién
había hablado durante tantos años? ¿Por qué habría de dar datos falsos?
Ulises pasó treinta días en Francia,
recorrió el país y buena parte de Europa; la torre Eiffel, el Arco del
Triunfo,
la Torre de
Pizza y muchos fantásticos lugares. Con el correr de los días entendió
que
aunque todo era muy bello no se respiraba la paz de su tierra natal,
Villa
María.
Al llegar nuevamente a Villa María se dirigió a su casa y a los
lejos
divisó la silueta de su padre, se acercó para hablar con él.
- ¡Padre!,
que gusto verte después de un mes de estar ausente.
- Perdón
joven – responde el hombre mayor- creo que está confundido, yo no soy su
padre.
- ¿Es
una broma? Tu nombre es Juan
- Mi
nombre no es Juan – Dice el hombre mayor- , pienso que usted no esta
pensando
con claridad. Si fuera mi hijo yo lo recordaría, ¿no le parece? Mi
esposa está mirando, ¿no se da cuenta que
no lo reconoce?
Ulises comprende que
alguien lo ha reemplazado pero no comprende por qué todos mienten. Ya no
le
parece una broma, sobre todo considerando lo que había ocurrido en París.
Razona con rapidez, si el era el hermano mayor ¿quién era el quinto hijo?
- ¿Como
se llama su hijo mayor? ¿Qué edad tiene el? – Pregunta Ulises-
- El
tiene 19 años y su nombre es, ¡Michel!
Ulises nuevamente pensó que lo
sucedido tenía que ser una broma, no encontraba ninguna explicación. De
pronto,
notó que no tenía maletas. Buscó en la billetera sus documentos y algún
comprobante del viaje en avión; no halló nada de lo que buscaba, no podía
demostrar quién era, ni siquiera podía demostrar que había viajado.
Lentamente levantó la mirada y divisó
a lo lejos el viejo granero; en la parte superior estaba su hermano Esteban
y
junto a él, pero detrás, estaba Michel. Éste tenía su boca llena de sangre y
el
cuello de Esteban estaba roto, recostado sobre su hombre izquierdo. De
pronto
todo se aclaró, Michel lo había reemplazado y pensaba eliminar a todos
los
miembros de la familia, El mundo de Ulises se derrumbó, el futuro se
ennegreció
pero aún no estaba dicha la última palabra, pero esta es otra
historia.
All rights belong to its author. It was published on e-Stories.org by demand of Walter Sergio Del Nero.
Published on e-Stories.org on 11/09/2010.
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